Porteadores de fábulas, magos nocturnos, campistas de
jardín, héroes de pastorela, ludófilos, histriónicos, nostálgicos quijotes, adolescentes
errabundos, cómplices de risas y llantos, antagonistas, espejos… amistad, amistad
sin fin. Emparentados arbitrariamente por la genealogía, nos unimos atraídos
por los lazos más profundos, por convicción. Con mis primos, he acumulado una
historia común tan abundante que desborda los límites de la memoria. Aún con la
geografía familiar transmutándose, conservo la sensación de haber crecido en
una comuna, con su peculiar diversidad. A mis primos se sumaron los primos de
mis vecinos de la niñez y adolescencia, que constituían otro gran clan, varios
de ellos se cuentan entre mis actuales amigos más queridos.
La importante presencia de la figura de “primo” en mi
vida, me llevó a sospechar de la parcialidad de los abordajes psicoanalíticos
cuando realicé mis estudios de posgrado, los cuales suelen concentrarse en
historias de padres e hijos, teniendo como segundo lugar de importancia a los
abuelos, luego a los hermanos, dejando a los primos como a la muñeca fea de
Cri-Cri, escondidos entre los rincones, salvo que hayan cometido actos infames
en la vida de un paciente. Con la finalidad de confrontar cualquier
fragmentación de mi criterio, hice una búsqueda en Amazon, tanto en referencias en castellano, como en inglés. Particularmente
en esta última lengua, hay numerosos libros literarios que abordan la temática
de los primos, pero ninguno de psicoanálisis, al menos que haga explícito el
tema en su título. En castellano, lo más cercano a un texto psicológico que
encontré fue Amor entre primos: Un amor
incomprendido de Ariel Sierra Casanova, el cual aborda el amor romántico
entre primos desde las perspectivas de la religión, la ciencia, las leyes y la
historia. Sólo consulté el índice, lo cual me permitió descubrir que el libro
también aporta consejos para vivir plenamente este amor. Considerando que el autor lleva entre sus apellidos el
del legendario seductor italiano, quizá cumplió el imperativo de aquel dicho
popular mexicano: a la prima se le arrima.
Pero no adelantemos juicios hacia nuestro
interlocutor invisible. Al continuar la búsqueda, logré encontrar algunas
referencias en el libro clásico de Amor,
culpa y reparación de la psicoanalista Melanie Klein, cuya genialidad
clínica no dejó escapar la figura de los primos. Recupero tres fragmentos:
·
Muy a menudo, a medida que se produce el desarrollo del niño, una
hermana o una PRIMA ocupan el lugar de la madre en sus fantasías sexuales y en
su amor.
·
Pero quizá su temprano amor hacia su padre haya sufrido serias
alteraciones. Tal vez se haya alejado de él muy pronto debido a fuertes
conflictos o graves decepciones [en referencia a la niña]. En este caso, un hermano, un PRIMO o un
compañero de juegos puede haber asumido gran importancia, tomándose en el
receptáculo de sus deseos y fantasías sexuales, así como de sus sentimientos
maternales. Buscará entonces un amante o un marido que configure la imagen de
ese hermano, de preferencia el que tenga cualidades de tipo paterno. En una
relación de amor feliz el inconsciente de la pareja se corresponde.
·
Por esta razón las relaciones con los PRIMOS, compañeros de juego y
otros niños más alejados de la situación familiar permiten nuevas alternativas
a la relación fraterna, variaciones éstas que son de gran importancia como
fundamento de los futuros vínculos sociales.
También localicé una página donde personas dan su
testimonio sobre sueños co-protagonizados con primas y primos, en casi todos
aparece una referencia sexual o romántica. Esto me llevó a la conclusión de que
una de las fantasías incestuosas más recurrentes es con las primas o los
primos. Quizá su cercanía distante permita que estos contenidos no sean tan
conflictivos y Eros circule con mayor tranquilidad. Esto parece dar la razón a
las inquietudes de Ariel Sierra, hay un numeroso público para su libro, primas
y primos alrededor del mundo a quienes se les han impuesto las estructuras del parentesco
como una muralla, quebrantando sus aspiraciones amorosas. Adentrados en el
tema, no puedo dejar de mencionar las fantasías narcisistas implicadas en la
intención de reproducir lo similar, esto es, si prima y primo formalizan una
relación y llegan a tener hijos, estos nacerían de la misma cimiente, por
tanto, representarían la continuidad de la familia sin partículas contaminantes
de otras genealogías. Sólo se corre el riesgo enunciado por Gabriel García
Márquez en Cien años de soledad de
que los críos de parientes cercanos nazcan con cola de cochino. Y eso si esta
gacho, retomando otro mexicanismo (si un experto en genética lee este escrito y
considera mi referencia una aberración, un desplante de realismo mágico, debo
aclarar que coincido con él).
Pero allende los horizontes del ensueño incestuoso,
se encuentra la última de las citas de Melanie Klein, donde plantea los lazos
con los primos como alternativas de relación fraterna y fundamento de los
vínculos sociales. Compartir parentesco crea afinidades impensables en otros
contextos, es una relación que parte de códigos ya establecidos que se van
matizando con la convivencia. Pero, la influencia de la otra rama familiar y el
no tener a los mismos padres y hogar, crea diferencias que les hacen extraños
íntimos. Quien ha crecido con primas y primos, sabe que la relación puede
alcanzar niveles de hermandad, pero se acompaña siempre con la evidencia de que
existen aspectos que les distinguen de los hermanos, pues los primos pueden
tener condiciones espaciales, sociales, económicas, geográficas o afectivas que
no se comparten y que siempre se ciernen como amenazas al vínculo, pues al paso
del tiempo estas diferencias se van consolidando y constituyen escenarios de
oportunidad diversos. Probablemente el tránsito de adolescencia a juventud sea
el más crítico en las relaciones entre primos, pues en esta etapa las amigas y
los amigos representan un papel protagónico, modificando el mapa de los afectos
y los intereses. La envidia suele ser el mayor peligro para la cohesión del
vínculo entre primos, el saber que una misma familia fue el punto de origen y
que fueron variables las que crearon la diversificación de condiciones, puede
llevar a fantasías sobre una inequitativa repartición de genes o un sentimiento
de mala suerte por haber nacido del padre o la madre que limitó el rango de
oportunidades. Por esto las convivencia temprana con los primos es una especie
de propedéutico social, donde se manifiestan las cimientes de lo que será el
estilo social y relacional adulto. Los primos son viento que orienta nuestra
nave existencial, por eso, la cantidad y calidad de primos que tenemos, definen
necesariamente el rumbo y las peripecias de nuestra biografía.