martes, 25 de febrero de 2014

Neosolteros: Los hijos del padre rico


Ahora me doy cuenta de que todo lo que buscaba estaba mucho más cerca de lo que imaginé. Con alguien o sola, en los momentos en que te amas y respetas totalmente a ti misma, el mundo a tu alrededor cambia. Finalmente, la felicidad es una elección.

Paula Schargorodsky, 35 y soltera


JaJaJaJaJaJaJaJaJaJaJaJa…(ahogo)…JaJaJaJaJa…

Juan Pablo Brand, Respuesta a Paula Schargorodsky



Libros de reciente edición exclusivamente sobre o para mujeres solteras jóvenes:

   Si soy tan buena ¿por qué estoy soltera? (María Marín)
   Confesiones de una soltera atrevida (Alison Taylor)
   Soy feliz, soy soltera (Patricia Becerril)
   Agenda para solteras (Viviana Kahn)
   Soltera pero no sola (Claudia Cervantes)
   Treintona, soltera y fantástica (Juana Inés Dehesa)
   Soltera en un mundo de casadas (Lorraine Peterson)
   Manual de la soltera codiciada (Ximena Arrieta)
   31. Profesión: Soltera (Claudia Aldana)
   Dame un mes… soltera (Lidia Herbada)
   La perfecta cabrona y los hombres (Elizabeth Hilts)
   Nueva guía para ser más cabrona (Elizabeth Hilts)
   Sola soltera y sin apuro (Sivina Barrero)
   Sin pareja y feliz (Wendy Bristow)
   Soltera serial (Andrea Marra)

Libros de reciente edición exclusivamente sobre o para hombres solteros jóvenes:

   Cocina fácil para solteros. Para Dummies (Inés Ortega)
   Cómo no tener la cocina como un cerdo (Óscar Terol)
   Cocina para inútiles (Chuma Ferrer)

Mi pregunta de investigación: ¿Por qué las mujeres solteras quieren ser felices y los hombres solteros quieren cocinar?

   Hipótesis 1: No sólo de pan viven las mujeres solteras, aunque al parecer los hombres solteros si.

   Hipótesis 2: Las mujeres solteras son realmente las Homo Sapiens, que buscan su autorrealización, los hombres solteros son Cromagnones que lo único que se les ocurre es salir a cazar (al supermercado) y luego cocinar sus logros de cacería.

   Hipótesis 3: Los hombres solteros no escriben sobre sí mismos.

   Hipótesis 4: Las mujeres solteras ya se dieron cuenta que cambió el contexto socio-cultural, los hombres solteros por estar jugando X-Box, viendo porno o perdidos en su iPad no se han dado por aludidos.

   Hipótesis 5: A los hombres solteros no los educaron para la sobrevivencia y en su análisis FODA, su debilidad es la gestión de su propio cuidado. Por lo que sólo merecen literatura para Dummies.

   Hipótesis 6: Las mujeres tienen que justificar su soltería.

   Hipótesis 7: Los hombres no compran libros sobre solteros.

   Hipótesis 8: El matrimonio hace infelices a las mujeres y engorda a los hombres.


Con mi saco de hipótesis inspiradas en profundas controversias científicas inicié la inmersión en el tema que ocupa cada vez más espacios en revistas, blogs y discusiones mediáticas: l@s neosolter@s. Nueva raza humana emanada de las entrañas del neoliberalismo, representantes de la generación “Pro”. La primera en utilizar el concepto neo-soltería, fue Carmen Alborch (2009) en su libro Solas: gozos y sombras de una manera de vivir, para asignárselo en su forma adjetiva a “profesionales muy calificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos, y con un alto nivel cultural, que no tienen por referente social a la pareja, no están obsesionados con la estabilidad económica, pues ya la han alcanzado, no renuncian a las comodidades sino por el contrario las buscan y saben disfrutarlas, no quieren sufrir experiencias dolorosas en el terreno del amor, no es para ellos una prioridad la vida en pareja ni casarse y la cama vacía no representa algo significante, puesto que gozan de éxito profesional”. Sin lugar a dudas es el más vivo retrato de un/a Entrepreneur, prófugos del jardín de Epicuro que retornan al mundo para mostrarnos a los mortales lo que es verdadera felicidad, guardianes del secreto de la bella indiferencia.
El neosoltero se encuentra a sí mismo y se sorprende, como Paula Schargorodsky, se mira al espejo y se pregunta: ¿cómo no te descubrí antes corazón? Frente a quienes no admiran su perfección o las parejas que no están dispuestas a sobrellevar todos sus caprichos fruncen el ceño y se dicen: Perdónales porque no saben lo que hacen.
Pero ¿realmente existen los neosolteros? En realidad las categorías pertenecen a quienes las crean y quienes las crean suelen ser entusiastas de la dialéctica hegeliana, esto es, el viejo modelo de tesis, antítesis y síntesis. La neo-soltería es simplemente la antítesis del matrimonio tradicional, la síntesis es la felicidad. En unos años desfilarán cientos de libros argumentando la antítesis de la felicidad, que probablemente será la sustentabilidad, entonces legiones de investigadores mostrarán que en realidad la especie humana no ha evolucionado para ser feliz sino para el logro de su continuidad y por tanto para proteger al grupo y su entorno. Entonces los neosolteros serán vistos como reaccionarios peligrosos o como visionarios de la inevitable necesidad de regular la tasa de natalidad. 
En general estas categorías, más que científicas están definidas por el mercado, se delimitan perfiles con características ideales con las cuales las personas se identifican, el siguiente paso es  crear toda una oferta de productos y servicios para ese perfil, los cuales son consumidos por quienes se identifican con él, puesto que uno de los impulsos más intensos en los humanos es a ser incluidos y por tanto a excluir. Así surge un nicho comercial para neosolteros, el cual está particularmente concentrado en internet. En su afán por la comodidad, el neosoltero visualiza su móvil, su tableta o su computadora como su lámpara de Aladino, la cual basta encender para que el genio pregunte: ¿Qué deseas? Probablemente busque una actividad física, espiritual o naturista para fortalecer su conexión consigo mismo, no se guiará por una moral o una ética, sino por el principio del placer. Deseará viajar, de ser posible a sitios exóticos donde pueda afianzar su competencia emprendedora y su vocación de modelo y líder. Además de enriquecer el alto nivel cultural que les atribuye Alborch.
    En fin, la crisis de las identidades es un campo fértil para los negocios, es por eso que estoy pensando capitalizar mi estado civil y sustentar una categoría que se va a llamar iSingles, esto es  Solteros i (léase la “i” en su pronunciación inglesa, esto es: ay, ahí o hay), que se referirá a los solteros que estuvimos casados, nos divorciamos y retornamos a la soltería pero con hijos. Primeros productos y servicios: iMisHijos, iMisDeudas, iGüey, iDolor, No-i. No habrá muchos consumidores en esta categoría pero si mucha fraternidad.
i7: ahí-SeVen



miércoles, 12 de febrero de 2014

Adictos al entretenimiento


Toda adicción es un autoexilio de la serenidad, es una arritmia con respecto a la ananké de nuestro organismo y por tanto es goce, un incesante aceleramiento de la muerte simbólica y real. El entretenimiento es la trampa de los cazadores, somos atraídos con cebos impregnados con aroma de felicidad, nos cantan las sirenas la balada de “Te lo mereces”, nos mantienen en el parque de diversiones, para que perdamos la medida de lo óptimo.

Para leer el artículo completo ingresar al la revista foroUIC a través del siguiente link:

http://forouic.com/wp/?p=520#.Uvwwm0J5Oi0

domingo, 9 de febrero de 2014

El amor, mis neuronas y tú (un gesto de ironía en el mundo feliz)


Dicen los que saben que cada amor coloniza una de nuestras neuronas, un rostro, un aroma, una voz o un roce encienden una luz permanente en el árbol cerebral.
Si al nacer tuve la fortuna de ser llevado en los brazos de una bella enfermera, sus facciones se grabaron en una de mis neuronas en merecida gratitud por todas las decisiones que se tejieron para que estuviera a mi lado en ese preciso momento.
Mis seres más queridos, con su ternura, empatía, cuidados o divertimentos ocuparon circuitos neuronales completos, como avenidas principales que conectan con redes secundarias.
Al paso del tiempo mi cerebro fue asemejándose a los azarosos destellos de foquitos  en un árbol navideño, ver un álbum fotográfico era levantar el telón a una danza intracraneal.
El asunto es que si tengo aproximadamente cien mil millones de neuronas, ni la población mundial completa podría satisfacer mi capacidad de amar, pero regularé la voracidad, también hay que sentir el mundo, moverse, comer, respirar, pensar y claro, tener mucho o poco amor propio, que es una especie de reserva federal de neuronas, útil para las inversiones y las crisis.
Me divierto imaginando mi corteza cerebral como el mapa de una ciudad con el respectivo nombre de sus calles, donde el camino tal se cruza con la ruta X, con anchos y extensiones diversos, con callejones, cerradas o calles en construcción, en fin, un sistema vivo, cambiante y autopoiético.
Cuando me hablan de una persona que supuestamente conocí pero no recuerdo, pienso que no fue tan representativa como para apropiarse de una mis neuronas, por otro lado huyo de las redes sociales en internet como un método anticonceptivo para mis neuronas, con tanta información falsa temo que una de mis preciadas células quede preñada con el recuerdo de una ficción, de ser así prefiero habitarla con un buen personaje literario o cinematográfico. Sería maravilloso poder emitir órdenes de desalojo para nuestras neuronas, liberarlas de aquellos amores o cariños estorbosos y colocarle el letrero de “Se Renta”.
Bajo estos argumentos propongo que en la próxima celebración de las fiestas de San Valentín, se eliminen todos los corazones para darle lugar a globos, cajas de chocolates o cartitas con forma de neurona. Esto borraría todo intento de exclusividad, corazón sólo hay uno, las neuronas son millones. Si su intención es expresar un afecto mayor tienen la posibilidad de obsequiar un circuito neuronal y para los más arrebatados queda la opción de regalar algo envuelto en un cerebro completo.
Escribió el poeta Gustavo Adolfo Bécquer: ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía… eres tú. Lo parafraseo, ¿Qué es amor? ¿Y tú me lo preguntas? Amor… es la neurona donde estás.