Por el amor que no tuvieron mis ancestros
y me heredaron como causa de deseo,
deseo de crear,
deseo de sanar,
deseo de vivir,
deseo de amar.
Desde
el fondo de la tierra
más allá de la existencia,flotan almas solas,
todas crucificadas.
más allá de la existencia,flotan almas solas,
todas crucificadas.
Hombres
y mujeres lloran
por un amor que nunca tuvieron
por un amor que nunca tuvieron
Saúl Hernández (Caifanes), La llorona
La
muerte es fría, un cadáver expulsa todo calor rodeándose de un halo gélido, su
rostro contraído es expresión radical de la ausencia de posibilidad, sus labios
purpúreos susurran serena o angustiosamente: “lo hecho, hecho está”, la
clausura de sus ojos cercena el lazo primordial de los vínculos. Respirar esta
glacial brisa por meses borró de mí todo apego a los restos físicos humanos,
nada de la persona permanece ahí, experimentar asfixia por la concentración de últimos
alientos fue señal suficiente de que mi vocación no era el acompañamiento de
moribundos, por lo que hace varios años dejé mi trabajo de apoyo psicológico en
el área de terapia intensiva de un reconocido hospital. Como Caín, salí de ahí
con una marca, la evidencia del arribo incierto de la muerte. Al paso del tiempo,
esa experiencia me llevó a la convicción que cada día de mi vida debía
concluirlo sin dejar pendientes existenciales, de esta manera cuando llegue la
muerte podré decirle de frente aquella mítica frase atribuida por la tradición
a los labios del Jesucristo crucificado: Consummatum
est (Todo está cumplido).
Lograr
lo anterior implica preguntarse cada noche si uno guarda algún arrepentimiento
y si es así, cómo puede superarlo. En general, las personas vivimos aplazando
los pendientes existenciales, lo cual explica la gran cantidad de enfermos
terminales y moribundos que desean regresar en el tiempo para vivir de otra
manera. En 2011, Broonie Ware, una enfermera experta en cuidados paliativos y
enfermos terminales de origen australino, puso a la luz pública la
sistematización de “confesiones honestas y francas de personas en sus lechos de
muerte” recolectadas a través de los años entre sus pacientes. Regrets of the dying es el título de su
libro cuyo contenido se diseminó por internet, las redes sociales y los medios
de comunicación. Como ella misma menciona: "Encontré una lista grande de
arrepentimientos, pero en el libro traté de centrarme en los cinco más
comunes". Los cinco arrepentimientos son los siguientes:
1- Ojalá hubiera tenido
el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros
esperaban que hiciera.
2- Ojalá no hubiera
trabajado tanto.
3- Hubiera deseado tener
el coraje de expresar lo que realmente sentía.
4- Habría querido volver
a tener contacto con mis amigos.
5- Me hubiera gustado ser
más feliz.
Como
sucede con este tipo de contenidos, impactan intensamente pero de manera breve.
En la actualidad, a las personas les gusta ser “movidas” por estas síntesis más
no se detienen en una reflexión profunda sobre sus mensajes implícitos.
La
misma autora señala un aspecto muy interesante, los cinco arrepentimientos se
refieren a lo no hecho, esto parece un asunto de época, el mayor “pecado” es no
vivir, en otras etapas históricas el arrepentimiento solía asociarse a las
acciones que comprometían el tránsito a un espacio de trascendencia, a lo hecho,
particularmente a lo hecho mal y al daño a otros. ¿Por qué precisamente en la
era con la mayor posibilidad de bienestar –al menos en países como
Australia- los mayores
arrepentimientos se refieren a lo que no se hizo? Al parecer la idea de
felicidad más que traer confort se está convirtiendo en una pesada carga
imperativa: Sufro por que no soy feliz, me arrepiento por no ser feliz. Quizá
sería conveniente revertir el orden de los arrepentimientos:
1. Quítese de la cabeza la idea de la felicidad.
2. Si quiere ver a sus amigos, búsquelos, estamos en la era de las telecomunicaciones.
3. Diga lo que siente, esto se facilita si también tiene la apertura para escuchar lo que otros sienten.
4. El trabajo por sí mismo no es el problema, pero una pregunta básica es: ¿para qué trabajo? Al responder esta pregunta es probable que encuentre respuesta a otras preguntas como: ¿cuánto tengo que trabajar?, ¿hasta cuando trabajaré?, ¿dónde quiero trabajar?, etcétera.
5. El filósofo Edmund Husserl afirmaba que la base de la objetividad es la intersubjetividad.Esto puede sonar paradójico, pero, en resumen, lo que nos quería transmitir es que solamente contrastando nuestras percepciones con los demás podemos arribar a una perspectiva objetiva. En la actualidad aspiramos a ser nosotros mismos y no dejarnos influir por los demás. Fungiré como destructor de ilusiones narcisistas, eso no es posible, es más, la idea de querer ser “nosotros mismos” ya lleva incluida la idea del otro. Nuestra condición es intersubjetiva y de alguna manera siempre hacemos lo que alguien espera, nos arrepintamos o no de ello.
El otro día escuché en un programa la afirmación contundente de una conductora: “El amor de tu vida, debes ser tú mismo”. Me pareció muy deprimente, la verdadera intensidad del amor, su gloria y su drama, es que hay otro, la propuesta de esta persona se acerca al delirio solipsista, un alarde de los placeres autoeróticos. Lo cual se acerca mucho a los arrepentimientos registrados por Ware, parecieran gritos desesperados: ¿Por qué no fui Yo? ¿por qué no me besé más a mi mismo? Es triste lo que diré, pero las enfermedades demenciales como el Alzheimer lo prueban, lo que denominamos “Yo” es pura memoria, se acaba la memoria y se acaba el “Yo”. Así que una vida dedicada sólo a coleccionar vivencias, puede concluir de manera catastrófica con el olvido de todo. Nuestro ser atraviesa la memoria, al “Yo”, las funciones mentales no son nuestro ser, aunque tengamos la tendencia a equipararlas. Son numerosas las ocasiones en que el ser muere mucho tiempo después que el “Yo”.
1. Quítese de la cabeza la idea de la felicidad.
2. Si quiere ver a sus amigos, búsquelos, estamos en la era de las telecomunicaciones.
3. Diga lo que siente, esto se facilita si también tiene la apertura para escuchar lo que otros sienten.
4. El trabajo por sí mismo no es el problema, pero una pregunta básica es: ¿para qué trabajo? Al responder esta pregunta es probable que encuentre respuesta a otras preguntas como: ¿cuánto tengo que trabajar?, ¿hasta cuando trabajaré?, ¿dónde quiero trabajar?, etcétera.
5. El filósofo Edmund Husserl afirmaba que la base de la objetividad es la intersubjetividad.Esto puede sonar paradójico, pero, en resumen, lo que nos quería transmitir es que solamente contrastando nuestras percepciones con los demás podemos arribar a una perspectiva objetiva. En la actualidad aspiramos a ser nosotros mismos y no dejarnos influir por los demás. Fungiré como destructor de ilusiones narcisistas, eso no es posible, es más, la idea de querer ser “nosotros mismos” ya lleva incluida la idea del otro. Nuestra condición es intersubjetiva y de alguna manera siempre hacemos lo que alguien espera, nos arrepintamos o no de ello.
El otro día escuché en un programa la afirmación contundente de una conductora: “El amor de tu vida, debes ser tú mismo”. Me pareció muy deprimente, la verdadera intensidad del amor, su gloria y su drama, es que hay otro, la propuesta de esta persona se acerca al delirio solipsista, un alarde de los placeres autoeróticos. Lo cual se acerca mucho a los arrepentimientos registrados por Ware, parecieran gritos desesperados: ¿Por qué no fui Yo? ¿por qué no me besé más a mi mismo? Es triste lo que diré, pero las enfermedades demenciales como el Alzheimer lo prueban, lo que denominamos “Yo” es pura memoria, se acaba la memoria y se acaba el “Yo”. Así que una vida dedicada sólo a coleccionar vivencias, puede concluir de manera catastrófica con el olvido de todo. Nuestro ser atraviesa la memoria, al “Yo”, las funciones mentales no son nuestro ser, aunque tengamos la tendencia a equipararlas. Son numerosas las ocasiones en que el ser muere mucho tiempo después que el “Yo”.
Hay
quienes consideran la escritura como un medio para la trascendencia, mi
perspectiva es inmanente, mi escritura es una invitación a la interlocución, es
un acto intersubjetivo a través del cual pretendo llegar al dato objetivo más
importante, saber que estoy aquí y que a diario co-creo con ustedes esto que
llamamos vida.