lunes, 26 de enero de 2015

Veterana de su propia guerra

Ahora ella regresa con cicatrices,
buscándose a sí misma encontró el dolor,
la recuerdo con la fuerza de la tormenta,
sus sueños atravesaban lo imposible,
su belleza era su mayor devoción,
reía con la soltura del viento en el ocaso.

“No te enamores de mí”,
me decía cuando cantaba en su oído,
era la expresión de su malicia,
sabía de mi perdición por ella,
la sufrí tanto como la amé,
sus labios eran de arena,
al abrir los ojos ya no estaban.

Evoca las mañanas
con mis poemas escritos en su cuerpo,
dice atesorar nuestras caminatas sin rumbo,
las disertaciones en busca de la última palabra,
y esas canciones disímiles que una vez  le grabé.

Sus heridas son las mías,
su retorno prueba que todo sucedió,
me consolaba pensarla como mi fantasía más preciada,
pero la encarnan sus lágrimas frente a mí,
el amor más atroz es el que golpea dos veces,
cuando lo das por perdido y regresa cuando ya es tarde.

Le digo adiós con un abrazo,
al paso del tiempo me son tan gratos aquellos días,
que temo que su presencia los ensombrezca,
veterana de su propia guerra,
vuelve a mí como a un hogar seguro,
pero ya no estoy ahí.


miércoles, 21 de enero de 2015

El poeta y el psicoanalista, sobresalto y belleza del instante


 Ombra mai fu di vegetabile cara ed amabile soave piú.
(Nunca hubo  sombra de planta alguna más hermosa, más amable, ni más suave)

Ombra mai fu, de la ópera Serse, Georg Friedrich Händel

     En un breve texto sobre la transitoriedad, Sigmund Freud, relata un recuerdo de un paseo por las Dolomitas, una cadena montañosa que forma parte de los Alpes italianos, el cual realizó en 1913 con dos acompañantes, “un amigo taciturno y un poeta joven, pero ya famoso”, que varias fuentes identifican como Rainer Maria Rilke. El psicoanalista refiere que el poeta admiraba la hermosura  de la naturaleza pero sin regocijarse con ella: “Le preocupaba la idea de que toda esa belleza estaba destinada a desaparecer, que en el invierno moriría, como toda belleza humana y todo lo hermoso y lo noble que los hombres crearon y podían crear”. Frente a este desasosiego Freud se manifiesta en desacuerdo, desde su perspectiva, “el valor de todo eso bello y perfecto estaría determinado únicamente por su significación para nuestra vida sensitiva; no hace falta que la sobreviva y es, por tanto, independiente de la duración absoluta”. Es claro que Freud no era poeta, convivía mal con la melancolía, a pesar de escribir este texto en medio de la Primera Guerra Mundial y vivir en el corazón del conflicto, se muestra muy optimista: “Lo construiremos todo de nuevo, todo lo que la guerra ha destruido, y quizá sobre un fundamento más sólido y más duramente que antes”. Es un hecho que no logró conservar esta confianza el resto de su vida, décadas más tarde en el contexto del empoderamiento del nazismo, da respuesta a una carta de Albert Einstein, la cual se publicó con el título de “¿Por qué la guerra?”, y en ella da cuenta de que su optimismo se ha derretido. Sin embargo, en su texto sobre la transitoriedad, aún con su enérgico juicio clínico sobre el poeta, al cual calificó años más tarde en una necrológica con motivo de la muerte de Lou Andreas-Salomé como “un hombre bastante desvalido en el diario vivir”, hace una afirmación que roza lo poético: “También lo doloroso puede ser verdadero”; con todo y sus pretensiones científicas la frase da cuenta de la fuente de la gran poesía.
¿Qué es lo que Sigmund Freud parece no comprender? La respuesta puede emanar de las propias Elegías del Dunio, en las que Rainer Maria Rilke escribió: “Una existencia que me excede brota en mi corazón”. Lo cual armoniza con las palabras de Gastón Bachelard cuando afirma que “la poesía es una metafísica instantánea”. Es el encuentro inesperado con la belleza, la certeza inmediata de que en su transitoriedad devela su faceta siniestra, el sobresalto frente a lo bello anuncia lo que la muerte le arranca a la vida. El poeta atrapa con sus palabras lo que al psicoanalista se le escapa en su reconvención, la poesía es un excedente que en cuanto brota se pierde, se esparce al tiempo que deja al poeta vacío, exhausto, melancólico, porque le ha sido arrancado ese resto que no era suyo, pero que parió en su corazón. Muchos de los acontecimientos, muchas de las palabras, muchos de los sueños que se expresan en las sesiones psicoanalíticas son poéticas, frente a ellos lo adecuado sería que el clínico guardara silencio para solamente contemplar el instante, percibir esa poesía diluyéndose frente a él, poesía que nunca retornará, y acompañar al paciente en el duelo por ese momento en el cual su existencia fue tanta que lo excedió.
Pero hay que moderar el entusiasmo, hay plaga de clichés, la repetición no es poética, lo poético lo es tan sólo en el instante de su nacimiento, lo demás es cita, interpretación, una reproducción en la rockola del lenguaje. El poeta muere y renace en cada instante, quizá no se puede “ser” poeta sino sólo “ser” poético, esto es, sólo se hará poesía en ciertos instantes, fuera se ahí habrá acciones y escritura, pero no poesía. Considero que ese es el dolor de Rilke, inadvertido para Freud, la especialidad del psicoanalista es tejer novelas personales y familiares, entrelazar interpretaciones que en conjunto construyan sentido, el poeta (o poético), quiere condensar el universo en una sola apreciación, anhela lo imposible, lo eterno, quiere mirar como Dios, quiere ser Dios, quiere ser creador y creación.

Mirar un atardecer, sentir el viento en el rostro, tocar la tierra, descansar bajo una sombra, los destellos en una tormenta eléctrica, el canto de las aves, un sorpresivo perfume, el brillo de unos ojos, el aroma de un buen vino… todos detonantes de lo poético, efímeros e imposibles de conservar. Es en la belleza del instante donde la vida y la muerte se besan, y ese beso es la única eternidad posible.

lunes, 12 de enero de 2015

El tercer lugar: El purgatorio, la clase media y la política de centro.

El purgatorio sobrepasa en poesía al cielo y al infierno,
porque representa un futuro que les falta a los dos primeros.

François-René de Chateubriand


     Entre los años 1150 y 1250 de nuestra era, el Purgatorio se instala en la creencia de la cristiandad occidental, excede su utilización como adjetivo para sustantivarse como un espacio, como un territorio. Afirma el famoso medievalista Jacques Le Goff, en su libro El nacimiento del Purgatorio, que en los siglos XII y XIII, la cristiandad se entregó a “una gran remodelación cartográfica, lo mismo sobre la tierra que con respecto al más allá”, uno de sus nuevos constructos en esta revolución de las ideas fue “el proceso de espacialización del pensamiento”. El espacio será en adelante una prolongación del cuerpo orgánico y, citando a Edward T. Hall, el territorio  será una interiorización  del espacio, organizada en el pensamiento. En este sentido, el Purgatorio será representado como un lugar intermedio: entre la muerte individual y el Juicio final, entre el tiempo terreno y el tiempo escatológico, entre la penitencia y la purificación definitiva, entre el Paraíso y el Infierno. De los tres lugares del más allá, el Purgatorio es el que  tardó más en definirse, no se le nombra en la Biblia, por lo cual siglos más tarde, Lutero lo demeritará al denominarlo una invención, un “tercer lugar”; Agustín de Hipona no llegó a delimitarlo, será en la Edad Media donde se consolidará la idea de este Espacio Medio.
      La creencia en el Purgatorio se sostiene en varios supuestos, los cuales resumiré con la finalidad de retomarlos para vincularlos con otros lugares intermedios como la llamada clase media y la política de centro:
·  Se vincula a un sistema, el de los lugares del más allá y sólo posee existencia y significación en relación con esos parajes.
·  Es un más allá intermedio en el que algunos muertos sufren una prueba que puede llegar a acortarse gracias a la ayuda espiritual de los vivos (sus oraciones).
·  Implica  la creencia en la inmortalidad y la resurrección. Es un suplemento de condiciones ofrecidas a ciertos humanos a fin de que alcancen la vida eterna. Una inmortalidad  que se gana a través de una sola vida. Por lo mismo, las religiones que creen en la reencarnación excluyen la idea del Purgatorio.
·  La existencia de un Purgatorio reposa a su vez sobre la concepción de un juicio de los muertos. Se apoya en la creencia de un doble juicio, el primero al momento de la muerte y el segundo, al final de los tiempos. Instituye en esta situación intermedia del destino escatológico de cada ser humano un complejo procedimiento judicial de mitigación de penas, así como de abreviación de estas penas en función de diversos factores. Supone, por tanto, la proyección de un pensamiento de justicia y de un sistema penal muy sofisticados.
·  La idea de Purgatorio se halla también vinculada a la responsabilidad individual, de libre albedrío, culpable por naturaleza, en razón del pecado original, pero juzgado de acuerdo con los pecados cometidos bajo su responsabilidad. Hay una estrecha relación entre el Purgatorio y los llamados pecados veniales (perdonables), definidos por Agustín y Gregorio Magno. En lo esencial, el Purgatorio hizo su aparición como lugar de purgación de los pecados veniales, no para los grandes pecadores.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con los grupos socioeconómicos? Como en los tiempos bíblicos sólo había ricos y pobres, los unos iban al Infierno y los otros al Cielo. El Purgatorio aparece junto con la burguesía, esto es, quienes naciendo fuera de las castas nobles lograron hacer fortuna con base en el trabajo, particularmente el comercio. Por tanto, a la clase media le corresponde el Purgatorio, no cuenta con los recursos para cometer pecados mortales, pero tampoco tiene la pureza que otorga el sufrimiento de la pobreza. Pero desde otra lectura, más actual y neoliberal, la Clase Media es un “tercer lugar”, entre la Clase Alta (Paraíso-Arriba-Cielo) y la  Clase Baja (Infierno-Abajo-Tierra), el clasemediero ha cometido pecados veniales que lo mantienen al margen de la Gloria: no tiene capital para invertir, su mentalidad está más concentrada en el miedo a descender que en el impulso al ascenso, sus vínculos sociales son de medio pelo, se conforma con el bienestar, jugando a ser santo o ángel se endeuda hasta caer en los linderos del Infierno, para salir de ahí tendrá que purgar (trabajar) sus pecados con la esperanza de que al final de los tiempos sus penitencias sean recompensadas. Quizá como afirmaba Lutero con respecto al Purgatorio, la Clase Media es una invención nacida de la necesidad de creer que a los pecadores (pobres) se les abrirán algún día las puertas del Paraíso. En esta misma línea, me llama la atención de que en el campo laboral, se le denomina “tercer lugar” a ese espacio entre la casa y la oficina, es la tendencia a trabajar en lugares intermedios, entiéndase sitios públicos con señal Wi-Fi. El clasemediero celebra esta forma de trabajo, considera que le da mayor libertad, no tiene que soportar las presiones de la familia, ni de los jefes, además de que se ahorra el mobbing (acoso laboral). Sin embargo, deja de lado su arraigo, queda excluido de los espacios y de los grupos, en esta modalidad crece su indefensión frente a los embates de las otras dos clases. Pero no rompamos el encanto, ha ganado el bien más preciado por el clasemediero: la independencia.
Otro “tercer lugar” es la política de centro, tan manoseada en la actualidad. Traducción: “Yo no soy ni de izquierda ni de derecha, considero que hay que tomar lo mejor de las dos partes”, es la tercera vía, un mito de la democracia, ¿otra invención? Igual necesitamos a un Lutero de la Economía que nos lo esclarezca. Aunque es una idea seductora, constituye tan sólo una especie de amortiguador entre los otros dos lugares, que como sucede en mecánica, aguanta hasta que se rompe. Al menos en el caso de México, gran parte de los políticos se ofertan como “de centro”, pero en la práctica no lo son, ¿por qué?, porque las verdaderas fuerzas se mueven en los extremos; el poder, el dinero, la fama, la violencia… no están en el centro, como tampoco están en la Clase Media, como tampoco están en el Purgatorio.
Pero no son estos los únicos “terceros lugares”, si se reflexiona sobre los diferentes ámbitos de lo humano hay numerosos espacios intermedios, hay quienes nunca se establecen en un lugar propio, como si estuvieran siempre de paso, a medio camino entre un sitio y otro. En los universos académico e intelectual, hasta en el artístico, hay una fuerte tendencia a la polaridad, son mal vistos quienes se quedan a la mitad. Considero que el “tercer lugar” tiene sus grandes encantos, como lo mencioné anteriormente es donde se experimenta lo más cercano a la libertad, sin embargo, es el punto de mayor vulnerabilidad, es la tierra de la incertidumbre, por eso es una invención, una invención que se extingue y se renueva cada día, hasta que es aniquilada por los polos.



jueves, 1 de enero de 2015

Imaginar, sentir, pensar y jugar. Evocación de los ensueños infantiles.


La realidad nunca fue suficiente; hacía falta la magia.
Hermann Hesse

       La flauta lleva la melodía al tiempo que los pianos descienden por las escalas, la sensación es de un lento hundimiento, vamos hacia un lugar desconocido pero mágico; miedo, sorpresa y entusiasmo se diluyen entre sí para dejarnos una emoción compleja, una ilusión. La caída nos lleva al mundo de nuestros ensueños infantiles, donde habitan los seres luminosos y terribles que nos acompañaron a través de la década más prolífica de nuestra mente. La evocación es inspirada por el movimiento número siete de la suite Le carnaval des animaux (El carnaval de los animales) de Camille Saint-Saëns, pieza hipnótica, puerta a la dimensión de lo fantástico. Cual ninfa del bosque, las notas del francés nos fascinan, nos atrapan para llevarnos hacia lo insospechado.  
       Vuelo sobre el reino de la Fantasía en el  dorso de Fújur, el dragón blanco de la Historia Interminable de Michael Ende, lloro sobre el pantano donde murió de melancolía Artax el veloz caballo de Atreyu, recuerdo mi obsesión por conseguir una réplica de ÁURYN, el medallón con dos serpientes  mordiéndose la cola que en su reverso tenía grabada la frase “Haz lo que quieras”. Tenía la certeza que ÁURYN me ayudaría a sobrellevar las eternas y tediosas horas de escuela, recuerdo una ventana la cual rompí en varias ocasiones en mis fantasías en compañía de ese dragón de la suerte, con quien me iba a cualquier parte, lejos de esos multitudinarios salones.
      También retorna la maravillosa Magic Dance cantada por el Rey Jareth (David Bowie) en la película Labyrinth protagonizada por la hermosa Jennifer Connelly quien contaba en esa época con 16 años. Quizá el laberinto es una de las figuras más encantadoras y angustiantes, metáfora de la vida misma en la que sabemos donde iniciamos pero no donde ni como concluiremos, es el reto a nuestra inteligencia, el principio y el final de todo reto. El laberinto tiene varios significados, Chevalier y Gheerbrant en su Diccionario de Símbolos refieren los más destacados. En las iglesias medievales eran grabados en el suelo como firma de gremios y cofradías iniciáticos de constructores y sustituían el peregrinaje a Tierra Santa. También ha sido utilizado y representa un sistema de defensa, en este sentido anuncia la presencia de algo precioso o sagrado. Tiene un significado solar y en la tradición cabalística el laberinto tiene una función mágica, parte de los secretos heredados del Rey Salomón. Asimismo simboliza el viaje interior hacia el misterio profundo de uno mismo, la llegada al centro es el término de una iniciación, ahí se opera la transformación del yo la cual se afirma al final del viaje, cuando se retorna a la luz. En el caso de la película, Sarah (Connelly) ingresa al laberinto para salvar a su medio hermano tras haber aceptado el reto del Rey Jareth, su viaje podría significar el retorno a sí misma para encontrar el plexo del cual nace su odio al bebé que han dejado a su cuidado. Al rescatarlo, Sarah no sólo se transforma a sí misma, sino también el vínculo con su hermano y por tanto libera a la genealogía de una herencia de rencor.
Que decir de The Raiders March, el tema de Indiana Jones, compuesto por el ambientador de los sueños infantiles de los años 70’s y 80’s del siglo XX, John Williams (compuso la música de las sagas de Superman, Star Wars e Indiana Jones, así como de la película E.T.). Aunque he sido seguidor de cada uno de los episodios de Star Wars, las películas de Indiana Jones,  particularmente las de En busca del Arca perdida y La última Cruzada, me hechizaron. No es azaroso, aunque los largometrajes los dirigió Steven Spielberg, el creador del personaje fue el genio de los arquetipos, George Lucas. Mi educación católica me permitió entender los símbolos y arquetipos de estas dos películas, las dos grandes representaciones de la Alianza en la tradición judeo-cristiana, el Arca de las tablas de Moisés y el Santo Grial de Jesucristo, la conjunción del Padre y la Madre, la Ley y el Amor. Se agradece el que los creadores de historias y los cinematográficos respeten tu inteligencia desde que eres niño, que no le teman a los datos, a los acertijos, a la complejidad. Indiana Jones es el héroe nómada, un héroe de dos caras, en el que cohabitan el erudito y el aventurero, el académico y el mercenario. Además la presencia de Harrison Ford tanto en la saga de Star Wars como Han Solo y como protagonista de Indiana Jones, creó una conexión entre las dos narrativas. Muchos se identificaron con los héroes espirituales, como Luke Skywalker, en lo personal, siempre me gustó más la línea de los personajes de Harrison, quienes siempre se quedaban con la chica más guapa.
Mis referencias más queridas de la niñez definitivamente fueron las tiras cómicas, en especial Mafalda, Garfield y Calvin y Hobbes. Sin pretensión de presumir sino de dar cuenta de mi obsesión, les cuento que siendo niño-preadolescente, bastaba con que me describieran cualquiera de los primeros cuadros de las tiras de Mafalda para que pudiera completar el resto casi con los textos exactos. Leyendo esta maravillosa obra de Quino, sentía que tenía un poco de cada uno de los personajes, en particular de Mafalda, Guille y Libertad, esta última pequeña reaccionaria me causó una gran simpatía desde la primera vez que la encontré en la historia. Tanto Garfield como Calvin me atraparon por su cinismo y autenticidad, como las películas referidas, considero que estos personajes se dirigen a la inteligencia infantil, se burlan de los imperativos parentales, educativos y sociales, además de que se expresan con un lenguaje lejano a lo simple. Pasada la adolescencia los nombres de Calvin y Hobbes me resonaban más allá de la ficción, había una razón, los nombres están tomados del reformista Juan Calvino y del filósofo del Leviatán Thomas Hobbes, dos promotores de la predestinación, quedaba clara la intención sardónica del autor Bill Watterson.
      La filósofa Martha Nussbaum, quien recibió el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el 2012, sustentó el Modelo de las Capacidades Humanas para evaluar la calidad de vida, son diez criterios, cada uno con sus indicadores, uno de ellos se denomina Sentidos, imaginación y pensamiento, otro Juego. Me gusta su propuesta y la he utilizado desde hace varios años como referente, una gran parte de los modelos para la evaluación de la calidad de vida se enfocan en aspectos materiales, los cuales son importantes, sin embargo, cuando estos faltan lo único que salva son la imaginación y el juego, pero no sólo eso, el que se los postule como capacidades humanas básicas, les otorga un lugar prioritario en el desarrollo tanto de niños, como de adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos. En una era impregnada por la ansiedad por el futuro, los niños son víctimas de la sobre-educación, tanto sus padres como sus escuelas tienen altas expectativas de que desarrollen todo un menú de competencias con la finalidad de que tengan éxito en la vida. Lo cierto es que más allá de lo que predican los gurús del triunfo como Kiyosaki, el éxito depende de muchos factores, entre ellos la suerte y el apoyo económico desde el cual se emprende. Analícenlo con serenidad, ¿cuántos de sus contemporáneas y contemporáneos han podido realmente superar de manera significativa la brecha económica de sus familias de origen? Si l@s hay, pero son excepcionales.
Desde este planteamiento la pregunta es: ¿para qué atormentamos a niñas y niños con nuestros fantasmas de fracaso cuando el verdadero talento emana de la imaginación, las sensaciones, el pensamiento, el juego y la libre expresión? Una vez manifestado hay que orientarlo y pulirlo, pues no hay creación ni resultados sin esfuerzo y disciplina, pero si de antemano no se trabaja desde el talento todo empuje es vano.
       Mientras los exitosos se engullen entre ellos, propongo que disfrutemos de nuestros talentos y dejemos a los niños disfrutar de los suyos.