miércoles, 9 de septiembre de 2015

Sobre la Eucatástrofe: Carta a Gerardo Barajas Garrido


Mi muy Querido Ger:
      De nuevo nos encontramos en el insomnio, para nosotros la noche fue un campo fértil y nuestras palabras un arado, durante nuestra niñez y adolescencia sembramos mil sueños que dejamos de soñar con el anhelo de cosechar sus secretos y obsequiarle a la humanidad historias jamás contadas.
     Más fácil resulta decir de qué no hablamos, no conocimos la auto-censura así que nuestras conversaciones eran como un fragmento de universo donde cabía casi todo y la omisión no era por imponernos un límite, sino por ignorancia u olvido, ¿de cuántos temas se nos olvidó hablar? Con la adolescencia llegaron las distracciones, pero antes ya estaban los parloteos nocturnos y sonambuléos de nuestros otros primos los cuales explorábamos y alterábamos como científicos en su laboratorio.
      Cuando uno escribe se representa a un interlocutor imaginario, muchas veces tú has sido ese cómplice de los incesantes desvelos, como en este momento, en el cual resisto el impulso a enviarte un mensaje vía WhatsApp para preguntarte si escuchas algo de lo que comparto con tu sombra.
      El tema esta noche es una palabra que me compartiste en un mensaje hace un año con motivo de mi cumpleaños: “Y deseándote que el lienzo de tu vida sea una obra de arte eucatastrófica -término acuñado por Tolkien para referirse a los cuentos de hadas, los cuales, pese a todo el dolor que el protagonista vive en ellos, peligros, aventuras y avatares, siempre terminan bien- y la sonrisa sea tu almohada, la paz interior tu mirada y las estrellas tus palabras”. Además de tu espléndida prosa poética que paladeo en cada una de tus comunicaciones, recibí el maravilloso regalo que sólo un escritor puede obsequiar, una palabra nueva: Eucatástrofe. Mi querido primo, quien al nacer no traía una torta bajo el brazo sino el Tomo I de El Señor de los Anillos, ha pasado más de un año y la palabra me tintinea en cada ocasión que inicio un escrito. Me seduce y la rechazo, insiste como las protagonistas de las historias que le dieron origen, esas hadas que tanto te agradan, revolotean y ríen como supieran algo que yo ignoro. 
     Esto no es nada nuevo, desde que recuerdo has sido más optimista, por ello continúas siendo creyente mientras mi mente y mi cuerpo han cerrado todo refugio en el que pudiera alojarse cualquier residuo del Dios de mi niñez. Es por eso que me he resistido a escribir sobre el concepto de Eucatastrófe, pues representa la veta más profunda de la inspiración de Tolkien, la cual expresó en ese legendario ensayo Sobre los cuentos de hadas:

Me atrevería a decir que al aproximarme desde este ángulo a la Historia del Cristianismo he tenido siempre la impresión —una impresión jubilosa— de que Dios redimió a los hombres, criaturas caídas y a su vez creadoras, en una forma que respondía a éste tanto como a los otros aspectos de su extraña naturaleza. El Nuevo Testamento ofrece un relato maravilloso, o un relato de género más amplio, que abarca toda la esencia de las historias de fantasía. [...] y entre esas maravillas está la mayor y más completa eucatástrofe que pueda concebirse. [...] El nacimiento de Cristo es la eucatástrofe de la historia del Hombre. La Resurrección es la eucatástrofe de la historia de la Encarnación.

      Frente a esta afirmación se rebela hasta la más tímida de mis células, contiene exceso de fe, esperanza y caridad, que experimento como un trago de melaza atravesando mi garganta. Sin embargo, hace unos días hice un ejercicio anti-relajante, me visualicé en el horizonte del pesimismo más extremo y no sentí nada. Terminado el ensayo, sufrí una intensa conmoción que amplió mi percepción y la primera palabra que vino a mi mente fue: Eucatástrofe.  Quizá porque definía la vivencia que acababa de tener.
     Como lo mencionas, la defensa que hace Tolkien de los cuentos de hadas, le llevan a este concepto, todas estas historias constituyen una sucesión de eventos tendientes hacia un final desastroso, pero al final algo lleva a una conclusión feliz, recurso que el mismo autor utilizó para sellar El Señor de los Anillos.
     Esto me orientó a la reflexión sobre los momentos de mi vida en que mi expectativa ha sido la de una catástrofe y al final, en muchas ocasiones tras mucho dolor, la resolución no es necesariamente feliz pero si satisfactoria. Lo que deriva de esto es la conclusión de que aún con nuestra capacidad de auto y hetero destrucción, los seres humanos tocamos un límite que nos guía  hacia salidas de empatía y compasión. Por eso continuamos aquí a pesar de los incontables apocalipsis anunciados durante todas las épocas.
      Como puedes leer, tu mensaje de cumpleaños fue como si lo hubieras lanzado en una botella al mar, desde ese lugar lejano donde vives y hasta más de un año después lo recibí. He de aceptar que el sentarme en la playa  y encontrar tu mensaje, fue consecuencia de una huída de esas que sólo me provoca Facebook tras una  sobredosis de anhelos efímeros de la que se alimenta esa maquinaria del olvido. Pasada la crisis descubro que en realidad lo que se busca es precisamente a las hadas, su revoloteo, su risa y la esperanza que representan. Porque al final todos esperamos que el dolor termine y llegue el bienestar, que acaben los periodos obscuros y llegue la luz, que la soledad se acompañe de calor.
     Te cuento que acaban de chocar dos automóviles en la esquina de mi casa, la madrugada suelta a los fantasmas y las personas los persiguen creyendo que su grandiosidad espantará a los espectros. ¿Será el punto de partida de una eucatástrofe?
     Mi querido Ger, lo que ya no logro hacer es llevar el desvelo hasta el amanecer, cuando eso sucede mi jornada se ve trastocada, además lo que de noche es poético de mañana es un desvarío. Por la mañana-mediodía solamente logro escribir sobre asuntos profesionales, reportes, artículos u otros similares. Es con el atardecer y la noche que me visitan las hadas y me hacen creer en lo fantástico, en esta escritura sin finalidad, sin coartada, sin otro beneficio que la escritura misma.
      Como dijo el buen Gustavo Cerati en el último concierto de su primera etapa con Soda Stereo: "No hubiéramos sido nada sin ustedes y toda la gente que estuvo con nosotros desde el comienzo, gracias totales". Una parte considerable de lo que soy es porque tú has estado en mi vida, es por eso que te doy gracias totales. Al final de tantos años, llegamos a la Eucatástrofe.
     Si deseas responder a esta carta trasnochada y deseas compartir tu respuesta, será un gusto y un honor publicarte en el blog. Pues lo que en mí son balbuceos cuando se trata de la obra de Tolkien, en ti es lengua materna.
    Un fuerte abrazo