Por cada sonrisa, una lágrima
Walt Disney
Es domingo 21 de junio de 2015, se celebra el día del
padre en México. Mi hijo y yo acabamos de ver la película Intesa-Mente de
Disney-Pixar y le pregunto cuando todavía están los créditos finales:
Yo: ¿Te gustó?
S: Si.
Yo: ¿Mucho?
S: Si.
Yo: ¿Si hay boletos te gustaría entrar a la siguiente
función?
S: ¡No
es para tanto papá!.
Yo: ¿Entonces no te gustó tanto?- Nótese la intención
de chantaje.
S: Si,
pero también la veré con mi mamá.
Yo: Ok, vámonos.
Resulta evidente que me gustó la película, muestra de ello es que
aunque estábamos en una sala de cine VIP con formato 3D, no me importaba pagar
otros dos boletos para ver la misma película. Caminando de regreso -las salas
nos quedan muy cerca de casa- le platiqué sobre un viaje que hice a Mazatlán (Sinaloa)
con sus abuelos y sus tíos para visitar a la familia paterna, cuando como él,
tenía nueve años o quizá era algo menor. Durante el viaje, mi madre y mi hermana
se trasladaron a su vez a Culiacán para visitar a la familia materna. En una de esas noches de varones, mi padre, mi hermano y yo fuimos a ver los Aristogatos a una sala de cine mazatleca en algún sentido también VIP
(Very Insecure Person), pero aún así, haciendo uso del derecho muy común en esa
época a la permanencia voluntaria (ver la película varias veces sin pagar de
nuevo), permanecimos durante tres proyecciones de los Aristogatos en la sala. A
la fecha, es mi película predilecta de Disney, sin embargo, esa noche no acabó
bien, con la emoción de la sobredosis de Gato
Jazz, olvidé en la sala un cargamento que solía llevar a todas partes, unos
treinta cómics que iba renovando mientras los leía. No hubo manera de
recuperarlos, pero no todo es pérdida, ante mi falta de lecturas, al día
siguiente mi papá me llevó a un puesto de revistas frente al cual me dijo:
“Compra lo que quieras”, esto es, no hubo algún trámite de censura y fue así
como compré mis primeros cuentos de Simón
Simonazo, que después se convirtieron en una colección maravillosa que se
llamó Video-Risa, que en conjunto constituyeron
una parte importante de mi otra educación, del desarrollo de mis competencias
de sobrevivencia comunicacional en entornos con alta vulgaridad, como suelen
ser los de la adolescencia. Estos últimos detalles ya no se los platiqué a mi
hijo, él tendrá que encontrar sus propias fuentes.
Pero retornemos a Intensa-Mente
y los motivos por los cuales me atrapó la película. La narrativa es compleja,
pero tiene la ventaja de que la puedes ver también desde una perspectiva más
simple. El largometraje aborda temáticas respecto a la demezcla de las
emociones y su interacción con los procesos cognitivos. Es un recorrido por las
emociones básicas, sus entrecruzamientos con la memoria y por tanto la generación de recuerdos a
corto, mediano y largo plazo. Explica la organización modular, los nodos
cognitivos y el olvido; así como los esquemas mentales y la plasticidad También
aborda el pensamiento abstracto, la imaginación y la débil frontera entre los
hechos y las opiniones. Ilustra de una manera implícita las concentraciones de
neurotransmisores para explicar la predisposición a ciertos modos de
afrontamiento, así como las redes neuronales. Y algo verdaderamente maravilloso, que es el amigo
imaginario. Me hizo recordar a todos mis pequeños pacientes que han tenido
amigos imaginarios, con los que he dialogado gustosamente en algunas sesiones.
Rememoré en particular a un niño cuyo amigo imaginario nos había acompañado en
varias sesiones, hasta que en una de ellas me dijo:
P: Creo
que es momento de que X se vaya.
Yo: ¿Estás seguro?
P: Si,
quiero despedirlo estando aquí.
Yo: Ok, ¿quieres que abra la puerta?
P: Si.
Le
dijimos adiós, tras lo cual tuve que ayudarle en su proceso de duelo. Tiempo
después, en otra sesión, afirmó muy sonriente:
P: Ya no
extraño a X.
Yo: ¿Pero era un buen amigo?
P: Si,
pero ahora tengo un amigo de verdad.
Yo: Me parece muy bien, ahora X vivirá en tu corazón.
P: Si.
En inglés, la película se titula Inside
Out, expresión que transmite la idea de que algo interno se muestra afuera,
como poner al revés la ropa o conocer algo muy bien desde su interioridad hasta
su exterioridad. Se me ocurre que una expresión que transmitiría con más
claridad la intención de la película es Play
Out, que significa representar o jugar afuera. Aunque el personaje central
de Intensa-Mente es Riley, una niña
de 11 años en la antesala de la pubertad, las protagonistas son las emociones y
el antagonista es el mundo externo, algo muy propio de dicha edad. Hay muchas
propuestas sobre el número de emociones básicas, la más famosa y citada es la
de Plutchik quien propuso ocho emociones básicas. Sin embargo, como el mismo
director del filme lo afirma, tras preguntar a diversos especialistas llegó a
la conclusión de que los números pueden variar de manera muy drástica. En mi
trayectoria académica y profesional me he encontrado con modelos que proponen
desde 3 hasta más de 80. Así el director, Peter Docter, decidió que la película
incluyera sólo cinco emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, desagrado y
furia. Narrativamente, siempre es
adecuado elegir un número impar, para que no se generen divisiones
igualitarias. Es interesante el abordaje, porque nos muestra como alegría y
tristeza son las emociones integradoras. Esto es muy cierto, la alegría es considerada
el pegamento social, atrae a los otros para compartir las bondades de la vida.
Mientras que la tristeza convoca a los otros en momentos donde se requiere el
sostén y el acompañamiento. En una era donde la alegría está sobrevalorada, Disney-Pixar
hacen una propuesta popularmente arriesgada pero congruente con nuestra realidad
emocional, la tristeza es la emoción más importante en los procesos de
crecimiento, es la que nos permite reconocer las pérdidas y saber que ha
concluido una etapa de la vida.
La
parte final nos hace pensar en una secuela, pues se anuncia la entrada a la
pubertad de Riley, etapa sobre la cual coinciden todos los investigadores del
desarrollo de cualquier enfoque: en ella las emociones son como un campo
minado, nunca se sabe donde van a aparecer y estallan sin ninguna moderación.
Disney-Pixar
ingresan así a la NeuroModa, pero también hacen una propuesta más inteligente,
lo que da cuenta de su apuesta por una oferta más compleja para los niños, un
contenido que reta al pensamiento, a las emociones y a la imaginación.
En ese
trayecto de regreso a casa del que hablaba al principio, mi hijo me compartió
una teoría que construyó durante la película: “Cuando la gente se muere, sus
emociones y pensamientos se van al cielo, por eso no desaparecen y conservan
todo lo que vivieron aquí”. Soy agnóstico y no creo en un paraíso, pero
considero que si algo puede prevalecer después de nuestra muerte, al menos
durante algunas generaciones, son los vínculos que generamos y los pensamientos
que transmitimos, por tanto, mi hijo desde su visión trascendente y yo desde mi
perspectiva inmanente, compartimos la misma idea de continuidad. Freud decía
que si había alguna felicidad, esta consistía en amar y trabajar. Yo hago una
variación y digo que si hay alguna felicidad es amar y aprender, partiendo de
esto, mi día del padre fue un día feliz, amé y sentí el amor de mi hijo, a la
vez que aprendí de él y, claro, de Intensa-Mente.