lunes, 29 de noviembre de 2010

Desenredos: ¿Por qué Rapunzel se operó las boobies?

Sábado por la tarde, sobremesa para digerir unos espléndidos platillos japoneses y mi hijo de cuatro años más inquieto que los reporteros que cubrían esa tarde la boda de Enrique Peña Nieto con la Gaviota. De pronto, una pregunta surgida de uno de los comensales hizo estallar un brillo en los ojos del pequeño, “¿quieres ver ‘Enredados’?”, palabras mágicas que me levantaron de la mesa, para tomar la mano de mi hijo y juntos dirigirnos a paso veloz al cine más cercano. En el camino recordé la conversación inaugural de la comida de esa tarde, la cual versó sobre la película Anticristo del director danés Lars von Trier, pensé: “después de tanta charla sobre perversión quizá no me caiga mal un bocado de inocencia”.
Pero el inocente resulté ser yo, pues Disney, en un maravilloso despliegue visual, puso frente a nuestros ojos la historia de una mujer que roba a una bebé cuyo cabello cura heridas y mantiene joven a quien está en contacto con él, siendo este último el mayor móvil de la secuestradora, empujada por una obsesión por conservar la juventud. Enredados, tan sólo presenta una escena explícita de mutilación de cabello, sin embargo, las fuerzas orientando las conductas de los personajes no permiten extrañar (o huir) a Lars von Trier.
Al concluir el largometraje animado decidí dejar en pausa el tema preparado para esta entrada del blog y enfocarme en la historia de Rapunzel, cuento en el cual se inspira la película de Walt Disney.
Nunca me había dado el tiempo para leer el cuento de Rapunzel, por tanto, estaba limitado para establecer la similitud con la narrativa de la película. Persuadido de la naturaleza de la relación entre la literatura y los estudios Disney, donde la primera parece cantarle a los segundos aquella melodía de Paquita la del Barrio “Piérdeme el respeto”, imaginaba que la historia original sería algo diferente.
Leí el cuento de los hermanos Grimm, el cual lleva como título original Verdezuela. Una ráfaga de frustración me invadió, mi mente ya había hilvanado un análisis con los personajes de la cinta y frente al texto descubrí una historia totalmente diferente. La película muestra a una madre embotada de narcisismo que encierra en una torre a su hija para obstaculizar su crecimiento y de esa manera detener simuladamente el paso del tiempo y por tanto su envejecimiento. Esto me hizo recordar a varias madres infantilizadoras o adolescenciadoras de sus hijas, jugando a detener el reloj, fantaseando su eterna juventud frente a sus niñultas o adolescentultas (niñas o adolescentes atrapadas en cuerpos de mujeres adultas).
Sin embargo, el cuento de los Grimm aborda otros aspectos, sin dejar de lado el tema recurrente en los cuentos donde aparecen mujeres jóvenes, su somnolencia, encierro o persecución al iniciar la pubertad. Estas narraciones parecen cumplir el deseo de muchos padres de negar, adormecer o eliminar la sexualidad de sus hijas.
Verdezuela (Rapunzel), nombre de una hierba que puede ser ingerida, narra la historia de una pareja desconsolada por no lograr tener un hijo. Cuando la madre sospecha un embarazo, es encadenada por una obsesión: comer las “hermosísimas verdezuelas, tan frescas y verdes” del jardín de la vecina. El marido al verla perder color y desmejorarse, le pregunta por la causa de su estado, ella le revela su secreto y él, que no desea perderla, cruza el muro que divide las propiedades para robar las verdezuelas. La esposa agradecida las come ansiosamente en una ensalada pero su obsesión incrementa, a lo cual su pareja reacciona saltando incansablemente la pared. En una ocasión lo descubre la vecina, quien resulta ser una bruja. Al explicarle el hombre sus motivos, ella acepta obsequiarle las hierbas requeridas para saciar la adicción de su mujer a cambio del primer vástago que emerja del vientre de ésta. Accediendo a esta petición, el hombre entrega a su hija en cuanto nace. La bruja la llama Verdezuela.
La niña, la “más hermosa que viera el sol”, crece a lado de su “tía Gothel”, quien la encierra en una torre al cumplir doce años. Enclaustrada, su cabello crece hasta alcanzar una longitud de veinte varas, lo cual le permite arrojarlo por una pequeña ventana y fungir como liana para su tía. En una ocasión, un príncipe ve la escena del ascenso y engaña a Verdezuela para subir junto a ella. Después de un intercambio de cortesía el mancebo le propone matrimonio y ella acepta. Aunque los Grimm, como dice Mafalda, presentan la historia “sin las partes pornográficas”, nos hacen saber al final que la joven quedó embarazada de unos gemelos, un niño y una niña.
Al descubrir el idilio, la tía Gothel corta la cabellera de la hermosa ya-no-doncella y la lleva a un lugar desierto. Al enterarse del destierro por boca de la bruja, el príncipe se lanza desolado por la ventana de la torre. No muere pero pierde los ojos en unos espinos. Tras vagar por varios años por el bosque, encuentra a Verdezuela con sus hijos, al reconocerlo la joven se lanza llorando a su cuello y al humedecer con sus lágrimas los ojos del amado, estos recuperan la luz. Él los lleva a su Reino y “vivieron muchos años contentos y felices”.
En esta versión se develan otros aspectos de la patología parental. Una pareja constituida por una mujer deprimida que al saber de su embarazo, supuestamente deseado, no logra acunar en su deseo al hijo por venir, arrojándose en una adicción la cual es solapada por un marido cuyo único impulso es mantener relajada y viva a su mujer, sin importar que esto implique transgredir la ley y obsequiar a su hija.
Por su lado, la tía Gothel, marca a la niña bautizándola con el nombre de la adicción de la madre, es como ponerle a una hija Metanfetamina y decirle de cariño “Tacha”.  La bruja expresa en una frase las raíces de su locura, “Pensé que te había aislado de todo el mundo, y, sin embargo, me has engañado”, no hace falta ser conocedor del double bind para darse cuenta del aberrante mensaje: “Te voy a encerrar y si te liberas me estas engañando”, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
Nuestra actual sociedad sufre de una proliferación de Raspunzeles, encerradas en torres sostenidas en el narcisismo de sus padres, cuya mirada atraviesa a sus hijas (e hijos) para percibirlas tan solo como sucursales de sus deseos. Quizá no les dejan crecer el cabello pero si les financian sus operaciones de boobies, las cuales no sirven para escalar torres pero si para atraer a los varones que heredarán la estafeta de la infantilización y la adolescentización de sus hijas.

5 comentarios:

  1. Estos cuentos infantiles sugieren que los padres tenemos una programación genética y cultural de muchas generaciones atrás. ¿Es una forma de estar predestinados? o ¿podemos modificar el programa? Racionalmente pretendo estar modificando mis rutinas, pero cuando en un momento de cansancio pierdo el control de la razón, los mensajes ancestrales toman vigencia.

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  2. Buenisimi simplemente buenisimo!
    Juan Pablo lo que escribes es entretenido, divertido y muy informativo.
    Te felicito deberías de escribir un libro o darle mas difusión a tu blog.
    Saludos Claudoia Moreira

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  3. Al parecer ya regresaste… corregido y aumentado. Me gusta muchísimo esa mezcla de análisis profundo, ironía y agudeza ante lo trágico, realmente se te da muy bien esto de las letras. El análisis me recordó a otro cuento de los Grimm: la doncella sin manos; a mi parecer la temática es la misma, aunque el desarrollo es distinto, en este cuento el papá juega un papel muy importante. Drewermann estaría fascinado con tu análisis. ¡Te volaste la barda con eso de ponerle a la hija de uno “la Tacha”! De nuevo, felicidades por tu blog, ya lo estoy difundiendo. Saludos.

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  4. felicidades Juan Pablo ya veo que tu condición no ha frustrado tu gusto por la ironía y la literatura. Y como dices sibien no se les encierra a las adolescentes en una torre si se ven prisioneras del narcisismo de sus padres y posteriormente sus sustitutos.

    Sigue escribiendo Saludos

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  5. Como siempre Disney se toma sus permisos, pero el mensaje es muy interesante. Los padres que viven a partir de la juventud de sus hijos, provocando que los jóvenes no vivan su propio deseo; centrados en un afuera efímero y por ende sin encotrar rumo propio. Y bueno el inicio del texto fue lo mejor!!!

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