miércoles, 25 de noviembre de 2015

El encanto de la ironía

La ironía es el consuelo de la inteligencia,
ni mejor que los rezos,
ni más efectivo que la acción comprometida,
es un recurso de sobrevivencia,
de una conciencia asfixiada por lo absurdo.

Ser irónico no es fácil,
requiere del desapego de las imágenes,
de uno mismo y de los otros con uno,
es vivir al día sabiendo que la certeza de hoy
es la duda del mañana.

La ironía es un arte,
sólo se aprende practicándola,
ninguna genética predispone a la ironía,
pues ella sólo emana del desencanto,
siempre antecedido de las experiencias.

Lo irónico es adictivo,
tras reírse de uno mismo,
el resto es risible,
nada ni nadie sale indemne,
la risa se vuelve evidencia de vida,
río, luego existo.

Ante la ironía,
la tristeza se inhibe,
el orgullo escapa,
se hace sospechosa la alegría,
pues la ironía no es felicidad,
es tan sólo un guiño a lo inevitable.

Por eso la ironía no es para todos,
no es un suceso, es una elección,
pero no desde la voluntad,
no es crítica de la razón pura,
sino la pura crítica de la razón.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario