Artículo publicado en la revista Foro Multidisciplinario de la Universidad Intercontinental. Se puede leer aquí en el blog o consultar la revista en su formato electrónico en la siguiente dirección electrónica:
http://es.scribd.com/doc/117550746/Revista-UIC-27
Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos
ciegos,
Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.
José Saramago, Ensayo sobre la ceguera
Gran parte de la popularidad y de la fuerza persuasiva de la psicología provienen de que sea una forma sublimada de espiritualismo: una forma laica y ostensiblemente científica de afirmar la primacía del “espíritu” sobre la materia (Sontag, 2008, p. 68). Alud crítico con el estilo característico de Susan Sontag, quien escribió la citada frase en su libro La enfermedad y sus metáforas, publicado por primera vez en 1977. Difícil es rebatir a Sontag, aún treinta y cinco años después, considerando que la psicología se ha ido impregnando con los recursos más utilizados por las tradiciones espirituales, me refiero a las metáforas y las virtudes.
Un tufillo esencialista se va
apoderando de los discursos psi,
reviviendo a los psicólogos humanistas de la última posguerra mundial, Abraham
Maslow y Carl Rogers, quienes consideraban que el ser humano era “bueno” por
naturaleza y quien lo pervertía era la familia, la comunidad y la sociedad.
Nacemos como Ferraris pero nos ponen a recorrer caminos de terracería, y como
dijo Andrés Manuel López Obrador en los debates en la carrera por la
presidencia de México en 2012, andar en terracería lo afloja a uno.
Como las tradiciones espirituales, la
psicología tiene a sus profetas, quienes también caminan por largos caminos de
espinas antes de llegar a la iluminación, sólo que en lugar de vivir el
desierto, encerrados en una celda o en perpetua contemplación de la naturaleza;
los psifetas
(psicólogos profetas), pasan extenuantes jornadas en laboratorios, leyendo
sobre inacabables avances “científicos”, aplicando cuestionarios o pruebas,
entrevistando, observando, etcétera. Y es hasta después de varias décadas de
riguroso e ininterrumpido trabajo que llega la epifanía, traducen sus
investigaciones a lenguaje coloquial, escriben libros con estructura
best-seller y se suben a su nicho en la Catedral del Bienestar. Por supuesto,
sus textos están abarrotados de metáforas y virtudes. Basta con citar el título
de un libro de Martin Seligman, el padre de la Psicología Positiva: Florecer.
Como lo dice la página oficial de
Seligman (la cual se puede consultar en seis idiomas en http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu), “desde el año 2000 su principal misión ha
sido la promoción del campo de la Psicología Positiva. Esta disciplina incluye
el estudio de las emociones positivas, los rasgos positivos del carácter, y las
instituciones positivas. A medida que la ciencia que hay detrás de esta
aproximación se va haciendo más sólida, el Prof. Seligman va ahora dirigiendo
su atención a la formación de Psicólogos Positivos, que serían aquellos
individuos cuya práctica haría de este mundo un lugar más feliz, en paralelo a
la forma en la que los psicólogos clínicos han hecho del mundo un lugar menos
infeliz”. Esto es, antes de Martin Seligman, la Psicología Clínica, el
Psicoanálisis, la Psicoterapia Cognitivo Conductual, en fin, todas las
tradiciones de la clínica psi, lo único que habían logrado era reducir la
infelicidad de las personas. Pero
en el 2000, como una señal del nuevo milenio, una luz emanó desde el
Departamento de Psicología de la Universidad de Pennsylvania, para alumbrar la
sombra de más de cien años de Psicología oscurantista, para erradicar la
epidemia de patologías mentales sobre el mundo con un recurso accesible a todos:
optimismo. El texto citado habla explícitamente de una misión, como aquellos
predicadores que de dos en dos fueron por el mundo para transmitir la palabra
verdadera y limpiaban sus sandalias ahí donde no eran escuchados. En la
Psicología Positiva no se responde al desdén con la otra mejilla, sino con una
sonrisa.
Pero Martin Seligman si es profeta en su tierra,
tiene tras de sí el aval de la Asociación Americana de Psicología, de la que
fue presidente. Su página afirma que ganó con “el mayor número de votos de la
historia moderna”. Según los historiadores, la llamada Modernidad inició en el
siglo XVI, se considera como fecha oficial del nacimiento de la Psicología el
año de 1879, cuando Wilhelm Wundt inauguró su laboratorio de psicología
experimental en Leipzig, Alemania.
La Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés) se
fundó en 1892. Por tanto, la Psicología no existía antes de la era Moderna, en
realidad es una disciplina que se puede considerar nueva dentro del contexto de
la historia de la humanidad. Por tanto, cuando la página se refiere al mayor
número de votos en la historia moderna, está magnificando un dato para
consolidar el pedestal del teórico de la felicidad, como sucedía con las Vidas Ejemplares de los santos. Lo que no
se le puede negar a Seligman, es su popularidad, en la página oficial de la
APA, se afirma que esta asociación tiene 137,000 miembros, como se mencionó,
recibió el visto bueno de una mayoría de este conglomerado. La revista Time, estrenó el año 2005 con un número
dedicado a La nueva ciencia de la
felicidad. En el artículo principal, escrito por Claudia Wallis,
descubrimos que los mexicanos tendríamos que sentirnos privilegiados, con el
siguiente fragmento del artículo conocerán los motivos de afirmación: “¿Azucarados destellos de arena blanca bajo el
brillante sol de Yucatán, el agua esmeralda repleta de peces tropicales y perezosas
tortugas de mar, la cerveza mexicana fría hace señas desde la sombra de las palapas?
Es difícil imaginar un lugar más dulce que el de Akumal, México, para
contemplar las alegrías de ser vivo. Y eso fue precisamente la orden del día,
cuando tres principales psicólogos se reunieron en este paraíso mexicano para
trazar un nuevo rumbo para la Psicología… El objetivo de los especialistas era
llevar a los pacientes de un estado negativo, de un estado enfermo a un normal,
como dice el psicólogo de la Universidad de Pennsylvania, Martin Seligman:
‘desde un menos cinco a cero’. Fue Seligman, quien convocó a los otros a Akumal
el Día de Año Nuevo en 1998, su primer día como presidente de la American Psychological
Association (APA), para compartir la visión de un nuevo objetivo para la
psicología”. Quizá la reportera se refería a la Península de Yucatán, pero
Akumal se localiza en Quintana Roo en la ruta de la Riviera Maya. Por tanto, en
México nació la nueva era de la Psicología, los mayas se equivocaron, la
renovación inició en 1998 y no en 2012.
El éxito de un modelo psicológico popular se
sustenta en que sea accesible y se resuma en pocos conceptos. Seligman siguió
la fórmula y creo PERMA, por sus siglas en inglés, pero veamos que
implica esta propuesta:
·
P. Positive Emotions (Emociones Positivas): Se refiere a la sumatoria de
palabras y emociones positivas expresadas y sentidas en un día. La ecuación
podría ser: X (Palabras positivas) + Y (emociones positivas) – A (palabras
negativas) – B (emociones negativas) = Bienestar
·
E. Engagement (Involucramiento):
Es lograr impregnar nuestra jornada diaria de optimismo, buscarle la mejor cara
a la adversidad y poner nuestras fortalezas como instrumento para erradicar el
malestar.
·
R. Relationship (Relaciones): Tener una buena actitud en las relaciones
con los demás, buscarle a cada persona ese detalle especial que puede
enriquecer nuestra cotidianidad y bienestar.
·
M. Meaning (Significado):
Sentirse parte de algo más grande que uno mismo. Para Seligman, ayudar puede
traer mayor felicidad que comprar. Podríamos hacer un movimiento de resistencia
al consumismo recorriendo las calles de México durante el Buen Fin o de Estados Unidos durante Black Friday con cartelones que dijeran: Sé feliz. Ayuda, no compres.
·
A. Accomplishment (Logro): No rendirse, llegar hasta el final, cumplir las
metas.
Suena bien, solamente que
Seligman parece olvidar un dato importante, al igual que a Maslow en su tiempo.
Se calcula que en la actualidad mil trescientos millones de seres humanos en el
mundo, viven con un dólar, o menos, al día. Por tanto, la felicidad deja de ser
una utopía para convertirse en una categoría altamente excluyente, con
indicadores que dejan fuera a gran parte de la humanidad. Esto por sí mismo,
sería un criterio para derrumbar la pretensión universalista de la Psicología
Positiva. Acercándonos más a la realidad mexicana, nos queda claro que Seligman
y colaboradores, no han viajado en el Metrobús de la Ciudad de México, quizá me
equivoco y ellos responderían de manera optimista: cuando me empujan y no logró salir del camión, es una señal de que
tengo que trabajar más en mis fortalezas; si me roban el celular, debo sonreír
y pensar que eso me impulsará a trabajar más, por tanto el ladrón me ayuda a
cumplir mis metas y a tocar el éxito; el calor de la hora pico al mediodía, es
muestra de la cercanía que tengo con la gente, el aroma compartido es el olor
del trabajo en equipo.
La
Psicología Positiva retoma el concepto de Eudaimonía
el cual Aristóteles definió en su Ética Nicomáquea como “una actividad del alma
de acuerdo con la virtud… la mejor y más perfecta, y además en una vida entera”
(Aristóteles, 1985, 142). La virtud es por tanto el camino de la felicidad, de
ahí que Seligman también proponga las virtudes para el florecimiento:
·
Sabiduría y Conocimiento.
·
Habilidad para usar inteligencia y experiencia al buscar soluciones y
respuestas.
·
El coraje.
·
La Humanidad.
·
La Justicia.
·
La Templanza.
·
La Trascendencia.
¿Cómo se
definieron estas virtudes? Martin Seligman y Chris Peterson, estudiaron las
grandes filosofías y religiones del mundo: Grecia antigua, Oriente,
Confucionismo, Islam, Judeocristianismo, Budismo, etcétera. Tras esta
investigación, encontraron estas similitudes culturales que posteriormente se
desglosaron en 24 virtudes que pueden medirse con un instrumento denominado
VIA. El cuestionario se puede responder, previo registro, en la citada página
oficial de Seligman. Hemos avanzado, actualmente si uno quiere indagar si es
virtuoso, ya no es necesaria la acción ni la opinión de quienes nos rodean, se
diga lo que se diga, si VIA indica que somos virtuosos es que nos encontramos,
no a la altura de profetas, sabios , filósofos y santos; sino por encima de
ellos, en nosotros podría confluir lo mejor de la especie humana, seres
filosófica y espiritualmente superiores.
La
historia de la humanidad ha mostrado que la aparición de propuestas como la
Psicología Positiva son síntoma de un deterioro en la calidad del pensamiento
de una época, parafraseando a Gastón Bachelard, por simplistas son
epistemológicamente sospechosas. Quienes trabajamos e investigamos cada día con
la condición humana en lo que respecta a su salud, su patología, su
diversidad, en fin, a un espectro
amplio de sus referentes, sabemos que la felicidad se encuentra en la vida de
manera dosificada y está muy lejos de ser un estado. El que una teoría psicológica
tenga como objetivo el logro de la felicidad, la desacredita como científica
por sostenerse en una metáfora imposible de aterrizar a la realidad. Frente a
los complejos problemas que enfrenta hoy la humanidad, resulta muy corta de
miras una perspectiva así. Lo más inquietante es que se vuelve una de esas
categorías que consolida la gran frontera existente entre buena parte de la
población mundial y una minoría que puede proponerse la búsqueda de la
felicidad. Por lo mismo, considero que la Psicología Positiva parte de
supuestos excluyentes y en su pretensión universalista no solamente distrae de
los verdaderos problemas a resolver sino promueve el discurso de los poderes
fácticos quienes se empoderan y enriquecen a partir de las aspiraciones a la
felicidad de las personas.
La
Psicología Positiva es una esperanza, por tanto su realización estará siempre
en el futuro, en el horizonte al que nunca se llega.
Referencias
Aristóteles (1985). Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos.
Saramago,
J. (2006). Ensayo sobre la ceguera.
México: Punto de lectura.
Sontag,
S. (2008). La enfermedad y sus metáforas.
España: DeBolsillo.
Universidad
de Pennsylvania. Authentic Happiness.
Disponible en: http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx
Wallis,
C. (Enero 2005). The new science of Happiness. Time Magazine. Disponible en:
http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,1015902,00.html
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