martes, 28 de julio de 2015

Te perdí en Facebook

Invoqué al dios Facebook,
le pedí te trajera de vuelta,
escribí tu nombre en sus entrañas,
complaciente como suele ser,
me obsequió tu rostro,
tantos años y nada habías cambiado,
no supe que hacer ante tan vibrante pasado.

Con los fragmentos entrelacé la narrativa,
aquella que me complacía,
aquella que me convenía,
imaginé que estabas también ahí para buscarme,
me ilusioné con ideas sobre el destino y la sincronía,
te volviste una íntima desconocida.

Como quien lanza plegarias al cielo,
solicité tu amistad,
empecé a temblar con cada aviso de mensaje,
al parecer el mercado me extrañaba más que tú,
si las promociones fueran declaraciones de amor,
sería un consumado Don Juan.

Caminaron las horas y los días,
mi fe comenzó a menguar,
desesperado busqué señales,
algún cambio en tu perfil,
una foto nueva con exceso de photoshop,
pero nada indicaba un antes y un después.

Un día sin respuesta en redes sociales,
equivale a meses de las viejas cartas,
como la vida de algunos insectos,
mi solicitud moriría en pocos días,
hice del muro de Facebook
el de mis lamentos.

Las semanas siguieron su curso,
el mundo de mis notificaciones se desertificó,
mi esperanza se pixeleó,
salí de la batalla con un baúl de palabras alentadoras,
con miles de risas y motivos de indignación,
adiestrado en lo políticamente correcto,
al parecer siendo mejor persona,
pero con la certeza de que te perdí en Facebook.

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