sábado, 16 de julio de 2011

La Novena de Beethoven: del sueño europeo a un canto para humanidad


A Vero Carazo,
 quien inicia su tránsito del arquetipo de la doncella protegida
al de la guerrera amazona,
al embarcarse hacia una aventura académico-existencial
en el Cono Sur de nuestra América.
Un bon voyage


Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño,
pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

      El Capitulo 13 de la Primera Carta a los Corintios escrita por Pablo de Tarso, la cual considero la fuente de inspiración del sueño europeo de unidad y la búsqueda de un canto común capaz de hacer de todos los europeos “hermanos”, como lo imaginó Schiller. En la tradición griega tres eran las formas del amor: ágape, filia y eros. La Carta de Pablo, escrita originalmente en griego, hace referencia al ágape, acepción que traducida al latín es caritas, llegando al castellano como caridad. La caridad es una de las tres virtudes teologales, esto es, los hábitos infundidos por Dios en la inteligencia y en la voluntad de los seres humanos para ordenar sus acciones a Dios mismo. Fe, Esperanza y Caridad, los pilares teológicos de la acción deseable de los humanos desde la tradición cristiana. Para Pablo, la caridad es la más grande de las virtudes, de ahí que la ética cristiana se acuñara sobre el axioma enunciado por San Agustín: Ama et quod vis fac (ama y haz lo que quieras), que se remonta a los tiempos de la salida de los judíos de Egipto cuando en el Monte Sinaí Yahveh da a Moisés la ley que debe regir a todos los seres humanos, esta ley es reinterpretada y organizada por San Agustín en 10 mandamientos, siendo nueve de ellos consecuencia del primero: Amarás a Dios sobre todas las cosas. Creerás en Dios (Fe), Esperaras en Dios (Esperanza) y Amarás en Dios (Caridad).
      La Unidad se vuelve así en la mayor aspiración de Occidente, particularmente de la Europa católica. El principio de Unidad ha transitado de Dios, al Emperador, al Estado y ahora al Capital. A pesar de los esfuerzos nunca la han alcanzado, paradójico es que la que fue la Cuna de Europa, donde nació el concepto de ciudad, sea ahora su mayor obstáculo para la unidad: Grecia.
Uno de los recursos más utilizados para promover la unidad en Occidente son los himnos. Los países tienen himnos, las organizaciones internacionales tienen himnos, los equipos de futbol tienen himnos, en fin, toda organización occidental que desea ampliar sus racimos de lealtad, manda componer un himno. El origen del himno es la forma antifonía, voz griega que significa voz que responde. En la liturgia cristiana fue introducida por Ignacio de Antioquía en el siglo primero, después de tener una visión en que los ángeles cantaban en coros alternos. Quien conozca la actual liturgia católica, sea porque es practicante o porque cuando asiste a un ritual nupcial católico no se duerme ni está pensando en la fiesta, ha sido partícipe constante de las antifonias, desde el inicio de la liturgia el sacerdote habla y la feligresía responde:

S: El Señor esté con vosotros.
F: Y con tu espíritu.

S: Levantemos el corazón.
F: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

S: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
F: Es justo y necesario.

En el siglo XIII surge un tipo de composición polifónica con el fin de ser cantada en las iglesias, su texto es comúnmente bíblico. Esta forma musical llama Motete y fue adoptada con fuerza por la Iglesia Anglicana, la cual la denomina Anthem que es una composición de celebración. Un ejemplo es la composición interpretada en los servicios de Coronación Británica, Zadoc the Priest, compuesta por el genial George Friederic Handel.
      Tras la caída del Imperio Napoleónico, esto es entre 1814 y 1815, las potencias de la llamada Santa Alianza (Imperios de Austria y Rusia y el Reino de Prusia) inician un proceso denominado Restauración europea. En el cual a través de Congresos de la Alianza y el modelo de relaciones internacionales nombrado Sistema Metternich, en honor al príncipe austriaco que durante el Congreso de Viena, reorganizó Europa en beneficio de Austria y gobernaba el Imperio a nombre de Francisco I. La Restauración fue la lucha de las monarquías europeas contra los principios revolucionarios que ponían en la voluntad del pueblo el origen de la soberanía nacional en detrimento del derecho divino de los reyes. 
      El periodo que va de la Revolución Francesa a la  Restauración, constituye el nacimiento de la tradición de los himnos, esa retórica que sirve, como nos dice Esteban Buch en su libro La novena de Beethoven: para expresar a veces cierta oposición e incluso para propagar la revuelta o la revolución, pero también puede contribuir  a garantizar  la legitimidad del poder constituido y la adhesión  al orden establecido bajo la forma de una música de Estado, es decir, una música reconocida como gesto o discurso político, cuya producción o interpretación tienen lugar por acción del Estado.
       De los himnos vigentes, el más longevo es el de God Save the King, que se modifica a God Save the Queen (que las mentes plebeyas no la confundan con la canción del grupo de punk Sex Pistols) cuando quien encabeza la monarquía es mujer, como es el caso actual con Isabel II. De autor desconocido, pero atribuido por algunos a John Bull, la pieza se remonta al siglo XVI:

Dios salve al rey.
Que lo envíe victorioso,
feliz y glorioso,
a reinar largo tiempo sobre nosotros,
Dios salve al rey.

      Esta es la primera pieza no religiosa que se le adjetiva con el nombre de anthem: el desplazamiento del término anthem desde el ámbito religioso hacia un espacio propiamente político muestra claramente hasta qué punto la identidad patriótica estaba ligada en Gran Bretaña a la religión; al mismo tiempo, expresa la aparición de un discurso sobre la nación, cierto que ligado a un universo religioso, pero del que la esfera pública se hace cargo a partir de ese momento.
      Pero será hasta el 14 de julio de 1795 que se interprete por primera vez un anthem libre de referencias religiosas y centrado en el Estado, La Marsellesa, compuesto en 1792 por Rouget de Lisle. También hay un cambio en la forma musical, la aparición del estribillo, que es una frase o un párrafo que se repite después de cada verso y que pretende tener un efecto preformativo de un grito político. En el himno nacional mexicano el estribillo es:

Mexicanos al grito de guerra,
El acero aprestad y el bridón,
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.


      En el caso de la Marsellesa el estribillo es:

¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
Marchad, marchad,
¡Que una sangre impura
abreve nuestros surcos!

      Cualquier semejanza con el himno mexicano no es pura coincidencia, solamente que mientras el mexicano está plagado de referencias religiosas, el francés hace solamente la siguiente referencia:

¡Gran Dios! ¡Con las manos encadenadas
nuestros frentes bajo el yugo se doblegarían!
¡Los viles déspotas llegarían a ser
los maestros del destino!

            Pero en realidad, la diosa de la Revolución es la Patria, conformada por ciudadanos libres, iguales y fraternos:

¡Amor sacro de la patria,
conducid y sostened nuestros brazos vengadores!
¡Libertad, libertad querida,
lucha junto a tus defensores!
¡Bajo nuestras banderas, que la victoria
acuda a tus valientes llamadas!
¡Que tus enemigos moribundos
vean tu triunfo y nuestra gloria!


       Es ahora el Estado quien constituye el eje de la unidad y el Himno Nacional es el esfuerzo por condensar el ideario de dicho Estado.
       En 1785 Friedrich Schiller escribe An die Freude (A la Alegría). En un principio iba a ser Ode an die Freiheit (Oda a la libertad) pero el autor consideró que si bien el destino del hombre es la libertad, este destino debe desembocar en la alegría. Será hasta 1803, que Schiller cambie la frase  Los mendigos se hermanan con los reyes por la de Todos los hombres serán hermanos (aquí las feministas propondrían Todas las mujeres y todos los hombres serán hermanas y hermanos), la cual llega a nuestra época con los ideales de la democracia y las declaraciones de los derechos humanos, creando ilusiones de unidad:

¡Alegría, hermoso destello de los dioses,
hija del Elíseo,
en tu santuario, criatura celestial
penetramos ebrios de fuego!
Tus encantos reconcilian
lo que la moda severamente ha dividido;
todos los hombres serán hermanos,
allá donde se mece el ala suave,

       En 1792, teniendo 22 años, Ludwig Van Beethoven lee por primera vez el poema de Schiller y desde ese momento comienza a proyectar la musicalización del mismo, lo cual concreta hasta 1824 con la composición del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía en Re menor Op. 125, que se estrenó el 7 de mayo de ese año en el teatro del Kärnthnerthor de Viena. El estreno se anunció con carteles por toda la capital austriaca, que invitaban al Gran Concierto musical del Señor L. V. Beethoven, agregando que El señor Ludwig van Beethoven en persona intervendrá en la dirección de toda la orquesta.
      Dirigiendo completamente sordo, guiado por la partitura y su genialidad, Beethoven tiene que ser tomado del brazo por una cantante para descubrir que a sus espaldas hay un público que le aplaude enardecido por las excelsas notas que les ha obsequiado. Es una de las escenas más estremecedoras cuya descripción he leído, es un poema por si mismo, el genio musical absorto en la escucha silenciosa de sus notas, atrapado en un limbo estético entre lo terrenal y lo sublime, el artista fusionándose con su obra olvidando su capacidad de embriagar a las masas hasta la locura. El buen Ludwig Van, se hace él mismo música arrojándole su piel a los veneradores para distraerlos con el fetiche y dejar a su espíritu un momento más, tan sólo un instante más, en su cosmos sinfónico.
      Desde esa noche la Oda a la Alegría, musicalizada por Beethoven se convirtió en un Volksgesang, un canto popular el cual se apropiaran infinidad de movimientos artísticos, ideológicos y políticos. Hay una película del Gran István Szabó, que se llama Réquiem por un Imperio, la cual sigue el juicio a Wilhelm Furtwängler, quien fuera director de la Filarmónica de Berlín desde 1930 y durante toda la era del nazismo, para continuar hasta su muerte en 1954. ¿Idealista, colaboracionista, narcisista? No lo sabemos, lo cierto es que esta película muestra su tormenta interior y una sensibilidad incrementada y marcada por la muerte, el sufrimiento y la desesperación, como si cada concierto pudiera ser el último, como si no hubiera mañana. En 1942, Furtwängler dirigió la Orquesta de Berlín interpretando la Novena. Lectora, lector, juzgen ustedes mismas(os) observando las escenas de dicho concierto: http://www.youtube.com/watch?v=Yqff1F0Ijn0&feature=related
      El actual himno de la Unión Europea es una variación de un fragmento del cuarto movimiento de  la Novena arreglado por Herbert von Karajan. ¿Será que el sueño de unidad europeo se consolide bajo el grito pacífico y fraternal de Todos los hombres serán hermanos? ¿Será que cómo dice Pablo de Tarso en su Carta a los Corintios El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta? ¿Será que a 200 años de su composición, la Oda alegría logre congregar a todos los europeos en una hermandad? ¿Será que esta unidad europea se logrará solamente como defensa frente a la migración africana, latina, asiática y a la proliferación gitana? ¿Será que para 2024 habrá que cambiar la frase de Todos los hombres serán hermanos  a Todos los europeos serán hermanos (migrantes favor de abstenerse)?
      Quizá lo que Beethoven deseaba transmitir es que la alegría solo es posible cambiando nuestra idea de nosotros mismos, invitándonos a borrar las fronteras imaginarias que nos construimos frente a los demás ya sea por nacionalidad, raza, género, religión, nivel socioeconómico o educativo, etc.  Mientras tanto yo me quedo con el maravilloso fragmento que agregó Beethoven al poema de Schiller para inaugurar la parte coral de su Novena:

¡Oh, amigos!
¡Esos sones no!
¡Entonemos más bien un canto más agradable y más alegre!

      Lo que traducido a mexicano sería:

¡Oh, compañeros!
¿Por qué ese tono?
Si estamos chupando tranquilos.



Referencias musicales y poéticas:

·      Zadoc the Priest (G.F. Hendel):

·      God Save de Queen (Anónima):

·      La Marsellesa (Rouget de Lisle) en una maravillosa versión interpretada por Plácido Domingo:

·      Fragmento de An die Freude (Schiller) recitado en alemán:

·      Himno de la Unión Europea (Beethoven con arreglos de Karajan): 
    http://www.youtube.com/watch?v=Joh5oGCzLh4

Grabaciones de la Novena Sinfonía recomiendo (tengo las tres): 

Beethoven–Symphony No. 9 ‘Choral’ 
Furtwängler, Schwarzkopf, Höngen, Hopf, Edelmann (EMI, 1999)

Beethoven: Symphony No. 9
Karajan, Berlin Philharmonic Orchestra (DG, 1996)

Beethoven: Symphony No. 9
Karl Böhm, Vienna Philharmonic Orchestra (DG, 1995)



2 comentarios:

  1. Bello análisis para la inspiración de Beetehoven, ojala encontramos el lugar donde se mece el ala suave que podría ser el cielo que no conocemos. Pero aunque sea momentáneamente, la oda a la alegría nos une más allá de las fronteras en que nos hemos encerrado.

    Ricardo

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  2. Ricardo:
    Quizá la música es lo más cercano a un ilustración de lo sublime en la vida, está hecha de sonidos y silencios, podemos compartir la escucha pero nunca el resonar profundo de nuestras fibras y siempre acaba, pero con la posibilidad de volver.
    Un abrazo

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