miércoles, 23 de julio de 2014

Las noches del psicoanalista

Ecos de dolor rondan el silencio,
revolotea el murmullo de los sueños,
lamento las palabras imprecisas,
se me develan los lapsos sin empatía,
mi escucha excede el tiempo de las sesiones,
las heridas del espíritu se transfieren para ser curadas,
mi vocación es resguardar los corazones,
contener la angustia que les amenaza.

Eros rebota entre Edipo y Narciso,
amamos lo que somos en lo que no somos,
odiamos lo que no somos en lo que somos,
de ahí lo claroscuro del final de consulta,
amantes y verdugos se confunden,
la razón extenuada cede paso a lo inverosímil,
es en el anfiteatro de lo absurdo
donde se disecciona el alma humana.

Las noches del psicoanalista
son conclaves de subjetividades,
pleamar de síntomas en deconstrucción,
esferas saturadas de vacío,
paciente espera de los encuentros,
tan sólo de la escucha serena emana
el alivio para las contusiones anímicas,
sanar es un don del vínculo. 

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