Hagamos esto diferente,
olvidemos que somos desconocidos,
dejemos la alternancia de miradas
y hablemos de los viejos tiempos,
cuando soñé conocer a alguien como tú.
La mesa es nuestro tablero,
somos piezas movidas por la sincronía,
un par de horas frente a frente,
sin ninguna palabra,
pareciera un destino que evadimos.
Escribes en todas las pantallas,
me intriga la extensión de tus mensajes,
los imagino dirigidos a la nada,
una forma de fingirte ocupada,
mientras, sin que lo sepas, escribo este
poema.
Percibo una mutua tensión,
pero es fácil engañarse,
un metro es un abismo de perplejidad,
si te hablo quizá se desvanezca el
encanto
y toda esta historia se desplome.
El reloj es inclemente,
anuncia mi inaplazable partida,
más fácil hubiera sido que volaras
primero,
en adelante serás tú la que permaneció
y yo quien se fue sin saber siquiera tu
nombre.
Inicio el ritual de salida,
me sorprende un cruce de miradas,
no he dejado de escuchar música,
en el instante el vocalista de Keane canta:
“you're gone from here and soon you will disappear”,
libero la mayor de mis sonrisas,
respondes sonriendo,
me tengo que ir.
Contexto:
Desde hace tiempo he reconocido distintas
sucursales de Starbucks como mi lugar de inspiración para el desarrollo de
ideas de trabajo, menor es su impacto cuando se trata de ensayos, escritos
libres, cuentos y poemas. En particular la que se encuentra frente a la
Universidad Intercontinental en el sur de la Ciudad de México, se ha vuelto en mi punto de fluidez, llego unas
horas antes de mis clases y me instalo en una mesa grande a la cual se van agregando otros comensales, lo cual
le da una gran diversidad a mis mañanas, desde los visitantes coreanos que
estudian en la universidad, como personas de todas las edades cuyo objetivo es
cumplir alguna faena. Una alumna que me ha visto ahí en varias ocasiones lo
define como mi rincón hipster, lo cual me agrada salvo por el hecho de que no
soy hipster.
La mañana de hoy, una jovenzuela
como de mi edad, llegó a la mesa y me sonrió de forma muy espontánea, yo
me ocupaba en ese momento en la revisión de unos artículos para el siguiente
número de la revista electrónica “Transiciones” que edito con Roberto Vargas. Las
clases ya concluyeron pero tenía una reunión para acordar los contenidos de un
curso, aún así arribé con gran antelación para escapar del tráfico y adelantar
en la resolución de pendientes. Por este motivo durante un par de horas
estuvimos mi agradable comensal y yo trabajando frente a frente, con cruces
esporádicos de miradas. Tras este tiempo se me ocurrió un experimento, algo que
nunca había hecho, escribir un poema de frente a la persona que lo inspira. Así
nació este poema, cuyo encanto no es tanto técnico sino circunstancial, pues
salvo por el ajuste de algunas palabras, el contenido es una réplica del que
escribí frente a ella, quien no pareció
haberse percatado en ningún momento de lo que sucedía al otro lado de la
pantalla.
Es un homenaje a esos encuentros azarosos que en cualquier instante nos pueden cambiar la vida.
Es un homenaje a esos encuentros azarosos que en cualquier instante nos pueden cambiar la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario