martes, 29 de diciembre de 2015

La culpa fue de Gardel


Si me viste perdido,
tembloroso de tanto desperdigar llanto,
errante sonámbulo por las oscuras calles,
tras los pasos “de aquella coqueta y risueña mujer”,
la culpa fue de Gardel.

Todo lo referente al amor me era ya ajeno,
pero la orquesta tocó “Por una cabeza”
y su mirada se me pegó como impronta,
desquiciado lancé mi vaso,
tomé su mano y le dije: “te amo”.

Sonrió.
Como ninguna otra mujer, sonrió,
tras aplastarme con su encanto,
me besó, tres veces me besó,
así anticipé su traición.

¡Oh amigo! Tanto buscamos a la mujer perfecta
que olvidamos el dolor de encontrarla,
sé que a mi vida no volverá el sosiego,
que las noches serán lluvias de veneno,
pero si es por ella,
“qué importa perderme mil veces la vida”.

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