jueves, 11 de febrero de 2016

Roger Waters y la sanación de la memoria.

Así, de la penumbra en que veía el filme emanó una idea tan clara que deslumbró mi entendimiento: la fuerza, el poder de la música y letras de The Wall, nos llegan de hilos entrelazados desde el final del siglo XIX occidental, donde comenzó la epidémica orfandad del siglo XX. Nunca antes hubo tantos huérfanos en la historia y Roger Waters, huérfano hijo de huérfano, es la voz de todos ellos, es el dolor profundo de una Europa que ha intentado curarse con bonanza pero donde sus millones de muertos no cesan de aparecer para reclamar memoria.

Juan Pablo Brand. Roger Waters y la sanación de la memoria.

      Todos somos ramas de un árbol genealógico regado con las lágrimas del sobresalto, somos herederos de los logros y los sueños rotos de nuestros ancestros, los cuales nos impulsan desde ese vórtice espacio-temporal que es nuestro inconsciente. 
      La genealogía de Roger Waters, fundador de la banda Pink Floyd, está marcada por la muerte en guerra de sus ancestros y por tanto por la orfandad. En un filme producido por él y estrenado en 2015, "Roger Waters The Wall", entra de lleno en el vórtice para encontrar sosiego por el malestar de seguir vivo y sumar más años en su propia vida de los que vivieron su abuelo paterno y su padre juntos. 
     En esta narrativa sobre la memoria recurro a mi propia memoria, es un guiño de profunda gratitud a mi tío Beto, quien envolvió la mítica del LP de The Wall de Pink Floyd en una aura simbólica  tan fuerte que le dio sentido a muchas de mis vivencias desde la adolescencia hasta la fecha. El compartir su gusto por este disco me permitió sentir esa necesidad tan adolescente que es formar parte de un grupo selecto y contra mainstream
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