Hace varios años participé en una mesa de
discusión sobre pensamiento complejo con el estimado psicólogo y filósofo Hugo
Cansino, quien tras observar atentamente un performance que hice con una cabeza
de unicel para explicar mi perspectiva de la dinámica holográfica del
pensamiento, hizo su presentación, en la cual explicó magistralmente la
importancia de distinguir entre lo epistemológico, lo ontológico y lo
metodológico. En este sentido va mi artículo, discuto cómo abordajes como el de
la “lógica borrosa”, resultan útiles en el campo de la ciencia, sin embargo, al
trasladarlo al vínculo entre humanos, a lo ontológico, se convierte en un
obstáculo. Una teoría puede describir hipotéticamente las características de la
relación madre-hijo, pero cada vínculo madre-hijo es único. Hay quien confunde
el pensamiento con el ser, sin distinguir que mientras el pensamiento se
construye, el ser se constituye. En fin, el texto es una disertación sobre la
importancia de la función materna y las implicaciones para la constitución de
la subjetividad del bebé, de que su madre le dé sostén a partir de una mirada
borrosa.
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Miradas borrosas, destinos inciertos
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